Latinoamérica gira hacia la derecha
“Sigo siendo de izquierda y sigo creyendo que la izquierda, desde hace más de 60 años,mantiene en pie un discurso vacío, una representación hueca que sólo puede sonarle bien–esa catarata de lugares comunes – a la canalla sentimental.En realidad, la izquierda real es la canalla sentimental quintaesenciada»
Roberto Bolaño
Contrariamente a quienes sostienen que el continente gira hacia la izquierda, la abrumadora victoria del derechista Álvaro Uribe – principal aliado de George Bush en la región – comienza a demostrar lo contrario. En las profundidades de la política latinoamericana se está verificando un cambio esencial, pero hacia la derecha. Visto tal denominador no en una mera y desgastada contraposición de ideologías decimonónicas, sino de políticas concretas. En donde la izquierda representa la persistencia de los viejos y caducos mitos del populismo, la demagogia y la estatolatría, mientras la derecha representa su contrario: el libre mercado, la inserción en las grandes corrientes de la globalización, la lucha contra el terrorismo y el integrismo en que han venido a naufragar las viejas corrientes del marxismo leninismo.
Alan García, un socialdemócrata, muy probablemente triunfará en el Perú el próximo domingo defendiendo la propiedad privada, la libre empresa y la libre iniciativa individual en confrontación con la izquierda radical y sus mitos colectivistas, estatólatras, su chovinismo indigenista y su bolivarianismo trasnochado. No sólo contra Humala, sino contra Chávez. No sólo contra Chávez, sino contra Evo Morales. No sólo contra Evo Morales, sino contra quienes de la llamada nueva izquierda han claudicado ideológicamente ante el poder del petróleo y sus viejas querencias. Pues Lula, Kirchner, Tabaré Vásquez y Michelle Bachelet son de izquierda sólo ideológica y formal, no políticamente: practican para la sobrevivencia suya y de sus naciones una política abiertamente de derechas: libre mercado, propiedad privada, reducción drástica de las funciones y atribuciones del Estado en el ámbito económico. Así se rasguen las vestiduras de sus ideologías de izquierdas. Y cierren los ojos ante el despotismo chavista a cambio de petrodólares y un certificado de buena conducta para enfrentar el chantaje de la progresía universal.
Asombra y entristece el sometimiento a las taras de la vieja izquierda entre quienes tendrían el deber de comprender, descifrar y postular nuevas verdades para una nueva realidad. Venezuela necesita seguir el ejemplo de Colombia: asumir con valentía y lucidez un giro de 180 grados en su tradición artística, intelectual y política. El mismo que ya diera México y posiblemente reafirme eligiendo al derechista Calderón. El que comienza a dar Perú contribuyendo a través de la candidatura de Lourdes Flores a fortalecer el bloque anti populista y a darle piso político e ideológico a quien, sin dicho respaldo, sucumbiría a las garras del chavismo de Ollanta Humala.
Latinoamericana no gira hacia la izquierda. Gira hacia la derecha. Para su inmensa fortuna. Venezuela seguirá inexorablemente el mismo rumbo. Ni Rosales, ni Borges ni Petkoff representan ese sentir. Ni siquiera extraen las consecuencias de una imagen que vale por un millón de palabras: Uribe y Gaviria depositando sus papeletas en una urna y el mundo conociendo los resultados al cabo de tres horas. De allí una conclusión irrebatible: de haber elecciones presidenciales en Venezuela – hecho hasta hoy más que hipotético – el país opositor del que depende el futuro de la nación sólo podrá ser representado por un candidato que exhiba coraje, firmeza, espíritu y talento empresariales. Un hombre de derecha. Quienes no se sacudan las viejas ideas y persistan por el trillado sendero de la izquierda colectivista pueden comenzar a despedirse. De no abrirse a las nuevas tendencias mundiales, se les acabó la hora.