Marzo no es Mayo, ni en Francia
La huelga general convocada en Francia comenzó con protestas estudiantiles que luego incorporaron a sectores sindicalistas organizados.
La protesta nace como reacción a la reforma laboral del gobierno que contempla, entre otras leyes, el controversial Contrato del Primer Empleo que si bien promueve la movilidad laboral permitirá a las empresas despedir a trabajadores – menores de 26 años – en los primeros 24 meses, sin dar explicaciones ni compensaciones a los afectados. Para el Primer Ministro De Villepin, esta reforma garantiza la estabilidad laboral y disminuirá el desempleo en Francia, cuya cifra es cercana al 10%, pero los sindicatos argumentan que los más jóvenes serán explotados y luego “desechados” por sus empleadores.
Tanto el gobierno como los manifestantes tienen argumentos sensatos para sustentar sus posturas y por – más allá de sentimentalismos – analizar las protestas que hoy ocurren sin compararla, simplistamente, a las del Mayo Francés de 1968 que fueron lideradas por una generación comprometida con la política y asuntos mundiales como la guerra de Vietnam, la libertad sexual, el estancamiento institucional de una Francia conservadora – y el entusiasmo que causaba la izquierda progresista de la época que se deslindó, en su mayoría – del comunismo soviético.
Los estudiantes y trabajadores está vez buscan mejoras puntuales, no una revolución de las estructuras de la sociedad. A diferencia de la generación de los 60, las mayorías son escépticas a una política laboral común con el resto de Europa – una de las muchas razones por la que Francia votó contra la propuesta de la Constitución para el continente – y entre los manifestantes hay muchos que si bien luchan por los derechos de los más jóvenes, comparten ideologías xenófobas y clasistas contra inmigrantes y minorías del país. Nadie organizó una huelga contra la violencia y a favor de la integración de musulmanes desempleados cuando hicieron su alzamiento popular o “Intifada Francesa” – como algunos la calificaron.
Es loable la movilización estudiantil y obrera de los galos, pero no comparable en idealismo ni en esencia, al histórico Mayo Francés.