Paradojas bolivarianas
La política exterior del régimen bolivariano, lejos de ser exitosa, como lo reseñan los periodistas oficialistas, es verdaderamente preocupante. La entrega de nuestra soberanía, de nuestros recursos, de nuestro futuro como nación, es la característica principal de ese desbarajuste externo que se traduce en la firma de un inmenso numero de acuerdos internacionales sobre alianzas militares y políticas, compra de armas, suministro preferencial de petróleo y de gas con fines netamente políticos, pagos de las deudas externas con igual finalidad, contratación para sustituir nuestra tecnología y nuestros expertos.
La firma de todos estos documentos, la toma de posiciones irracionales y coyunturales, tienen como único fin tratar de fortalecerse afuera, manipulando un mensaje de solidaridad que no responde a la realidad. El apoyo externo le da vida adentro, es cierto. Y todo ello es para perpetuarse en el poder. A tales efectos, el puesto en el Consejo de Seguridad es vital y por eso no importan los compromisos que se adquieran. La hipoteca del país es secundaria.
La política exterior bolivariana se basa en la improvisación. No hay planificación, sólo actuaciones de momento. El enemigo a vencer no es el hambre ni la miseria, como se puede constatar en el país. Es el imperio por que esa lucha da dividendo entre los incautos.
Por eso las enormes contradicciones, las paradojas bolivarianas. Los ejemplos sobran. Así, las acciones y posiciones más recientes, en el contexto de la candidatura al Consejo que, vale precisar, es la candidatura del régimen bolivariano. Abogar por la paz y promover la carrera armamentista, declarar la lucha contra el terrorismo y no condenarlo e incluso aceptarlo implícitamente; pregonar la independencia y el equilibrio asumiendo posiciones interesadas son muestra de esas contradicciones.
En su afán por lograr el puesto en el Consejo de Seguridad y de permanecer en el poder, los viajes, las visitas, los ofrecimientos, los acuerdos de todo tipo que sólo benefician a los otros, adhesión a grupos, a instituciones que nada tienen que ver con nuestros verdaderos intereses.
En su último viaje al exterior, el presidente Chávez suscribió acuerdos, en nombre de la Republica, con Rusia, Bielorrusia, Vietnam, Irán. La venta de armas, las alianzas militares, la cooperación política con regímenes como el de Irán, son los objetos principales de tales acuerdos. Las declaraciones de amistad fueron ilimitadas.
Producto del desespero, se anuncia en Minsk una alianza militar; en Teherán, cooperación política. En Hanoi, el presidente Hugo Chávez después de elogiar al régimen comunista de Vietnam, como modelo de la revolución socialista; y de comparar a Ho Chi Minh con Bolívar, firmo tres acuerdos: un pacto diplomático que recuerda épocas superadas en el mundo, un acuerdo de intercambio cultural y un Acuerdo de cooperación energética. Todo vale para obtener el puesto en el Consejo.
Pero, nada de eso muestra el espíritu pacifista y el apego a las normas relacionadas con la paz y la seguridad internacionales de un país que pretende un puesto en el Consejo. Más bien todo lo contrario.
Mientras tanto los “diplomáticos” bolivarianos declaran y manipulan. Según el representante en las Naciones Unidas y su asistente Chaderton Matos, las gestiones diplomáticas para llegar a Nueva York “van por bueno camino”. El encargado de la candidatura venezolana señaló en días pasados que Venezuela merecía el puesto por que “su presencia (…) en el Consejo de Seguridad va a contribuir a la paz y seguridad internacional. Va a hacer un aporte en contra de las causas de los mayores problemas que enfrenta la humanidad que son la pobreza, la injusticia social, el terrorismo, la guerra, que son factores de desestabilización internacional que atentan contra la vida humana, contra el derecho humanitario y contra la libertad de los ciudadanos en el mundo». Y agrego que la posición del gobierno en dicha instancia internacional será «equilibrada, antibélica, en contra de la pobreza, no en contra de los pobres como optan algunos».
Una declaración que causa sorpresa y que refleja la forma en que este régimen maneja las cuestiones internacionales. La manipulación con un toque de ignorancia. Los diplomáticos bolivarianos, mediocres todos, incluso los formados en la cuarta republica, como se los recordara Benjamín Rausseo, desconocen lo mas elemental de su trabajo. Una lástima. Tantos años perdidos.
Es cierto que la pobreza y la injusticia social tienen que ver con la paz y la estabilidad internacionales, pero afirmar que el Consejo se ocupa de esas materias es grave. O es torpeza, lo que es normal en los bolivarianos; o es manipulación, lo que también es normal.
El “destacado” diplomático afirma que “la conducta internacional, el historial de participación activa y positiva dentro de la comunidad internacional, da mayor fuerza a la aspiración de un país de ingresar a un Consejo de Seguridad en las Naciones Unidas.” Algo positivo. Un reconocimiento de la seriedad de la política exterior de la democracia, a cuyos gobiernos serios y responsables sirvió también con el mismo entusiasmo. Un reconocimiento digno de elogios.
De contradicciones esta lleno el mundo bolivariano. Los diplomáticos extranjeros se preguntan si Venezuela va a asumir una posición antibelica en el Consejo cuando inicia una carrera armamentista sin precedentes que altera el equilibrio en la región. Igualmente, si Venezuela seria capaz de asumir una posición equilibrada en el Consejo cuando se parcializa en el conflicto del Medio Oriente; si apoyará la paz, al mismo tiempo que apoya la política nuclear de Irán o cuando, entre otras, pregona la erradicación del terrorismo, cuando no se manifiesta clara y decididamente contra tales prácticas, ejemplo, el Medio Oriente de nuevo.