Dos Ramas sin Olivo
“Aunque la verdadera solución del conflicto (libanés) es la eliminación de régimen sionista (Israel), en esta etapa un cese al fuego debería ser implementado”. Mahmoud Ahmadinejad, Presidente de Irán.
“Si todos los judíos se van a Israel, eso nos evitará el problema de tener que ir a matarlos a lo largo del mundo”. Jeque Nasrallah, líder de Hezbolá. (1992).
Las constantes amenazas del presidente iraní, Ahmadinejad, de borrar a Israel del mapa, o del líder del Hizbollah en El Líbano, el jeque Nassrahla, anunciando que se acerca la hora de destruir a ese país, no deben ser tomados como meras expresiones retóricas.
El actual gobierno de Teherán se percibe como una potencia regional – ahora que Irak está debilitada, paradójicamente, gracias a sus archienemigos norteamericanos – y está convencido de que el ansiado sueño de expandir su revolución islámica chiíta en el Medio Oriente está a la vuelta de la esquina, revirtiendo la historia de 13 siglos de dominio de los sunitas en la región. Los chiítas – minoría entre los musulmanes, pero mayoría en Irán – son los descendientes de musulmanes que siguieron al yerno de Mahoma, relegados al acceso al poder de imperios islámicos por los sunitas, cuyos antepasados fueron los compañeros de batalla del profeta.
Cuando Ahmadinejad parafrasea al Ayatola Khomeini proclamando que la revolución islámica chiíta comienza en Teherán pero terminará en la Meca – ciudad santa en manos de la familia real sunita de Arabia Saudita – no lo hace por simple exaltación. En noviembre de 2005 el presidente iraní juramentó a unos 9 millones de niños y adolescentes dispuestos a cometer acciones suicidas en una próxima “guerra santa”, mientras sigue retando al mundo – incluyendo a Rusia y China – con proseguir el enriquecimiento de uranio y arma hasta dientes a diferentes grupos radicales chiítas del Medio Oriente como el Hezbolá en El Líbano, en una claro objetivo de acelerar la confrontación final contra los regímenes árabes sunitas, “ilegítimos y corruptos usurpadores de la heredad de Mahoma”.
No es tiempo para engañarse. El auge de la sunita Al Qaeda, es una alarma para el régimen chiíta de Irán en la lucha por la hegemonía del Medio Oriente, entre estas dos ramas del Islam. Por supuesto, lo común de fanáticos islamistas de las ramas sunitas y chiítas, es la destrucción de Israel, el perfecto punto de encuentro que los une hasta que llegue la confrontación final.