Cuando conviene “estar en la Luna”
Cuenta Thomas Friedman, ex corresponsal del New York Times en Beirut y Jerusalén, que cuando el astronauta Neil Armstrong caminaba por unas escalinatas de la ciudad antigua de Jerusalén, en donde – según su guía – pudo haber caminado Jesús, expresó: “Estoy más emocionado de pisar estas escaleras que cuando pisé la luna”. Con esta anécdota el periodista se pregunta, si entre muchas otras razones, los conflictos relacionados con Israel acaparan como ningún otro el interés y el espacio informativo de los medios de comunicación, por una percepción inconsciente en el mundo occidental de que el actual Estado de Israel es la extensión de la antigua nación bíblica.
¿Habrá relación entre esa hipótesis y la actitud de numerosos periodistas, intelectuales y diplomáticos que dedican tanto tiempo y esfuerzo a todo lo que hace o deja de hacer Israel – en días recientes en su guerra contra Hezbolá en territorio libanés – que a otras tragedias, como la de Darfur, en Sudán, en donde 200 mil muertos no despiertan casi reacciones de horror? (Conviene recordar que el general canadiense Romeo Dallaire, quien lideró a las tropas de paz de la ONU en Ruanda, responsabiliza a la comunidad internacional por el genocidio de 800 mil de sus habitantes porque “los negros africanos no cuentan, a menos que haya algo para nosotros allí”).
Mientras en la ONU se acusaba a Israel de desproporcionados ataques en El Líbano sus delegados incurrían en la desproporción de no convocar a una reunión para atender la tragedia de Sri Lanka ante la alerta del jefe de su misión de paz, Ulf Henricsson, sobre el sufrimiento de civiles que ese mismo día agregó 50 niños muertos a las más de 70 mil víctimas en 23 años de su conflicto entre las etnias tamil y cingalesa. También en Irak, en julio, más de 3 mil civiles fueron asesinados por extremistas de ese país.
¿Cuántos medios de comunicación colocaron en sus titulares esas noticias?
Las tragedias ignoradas en el mundo mientras se resalta la responsabilidad israelí por las víctimas del Líbano – minimizando la culpabilidad de su negligente gobierno, de Hezbolá y de sus aliados Siria e Irán – hacen pensar que muchos no gravitan sobre Israel por las razones de Neil Arsmtrong, sino, por un sesgo que deliberadamente los “deja en la luna” cuando se trata de otros conflictos que no desatan sus prejuicios ancestrales.
