Opinión Internacional

Respetuosa carta al Presidente kirchner

Estimado Presidente,

No le escribo para quejarme del asunto de la valijita con la guita de extraño origen y destino. Usted sabe, la valijita esa que llevó el Gordo Antonini como bagayito. Visto y comprobado está que El Gordo, a pesar de haber hecho mal el cálolo, se va a salvar de la cafúa. Pero no quiero desviarme del tema que me ocupa, a pesar que lo del canfinfla da para todo un tratado.

Le escribo, más bien, para pedirle, implorarle, rogarle que, dado que ustedes se van a quedar con esos dólares (por aquello del estricto cumplimiento de las leyes de aduanas), no vaya usted a mal usarlos. Que ese dinero verdecito él, que aquí sospechamos no es limpito sino más bien negro (que no “afrodescendiente”) no vaya a ser usado, por ejemplo, para financiar las actividades en pro de las comunidades que adelanta su mujer, Doña Cristina. Tampoco debe ir a parar operativos de Barrio Adentro u Operación Milagro en Buenos Aires.

Presidente, hágalo como debe hacerse. Inviértalo bien. No nos salga ahora con obras sociales ni pavadas de esas. Tampoco permita que la guita vaya a tener a nuevas manos como cometa. Esa guita no es santa, así que no hay que honrarla, pero sí disfrutarla. Así las cosas, ¡bébansela! Hagan un buen asado, con kilos de esa carne estupenda de allá, con toda clase de chorizos, morcillas, chuletas, etc. Que no falte el chimichurri. (Se me hace la boca agua.) Y que el condumio esté bautizado con los mejores vinos – blancos, tintos y cavas – de producción argentina, cuya industria vinícola goza de excelente prestigio nacional e internacional y una muy bien ganada reputación.

Nada de hacer una donación a una escuela pobre en Santa Cruz, o de ayudar a los veteranos de la Guerra de las Malvinas, o de socorrer a los maestros de Neuquén. No, por lo que más quiera.

¡Que no! Alquilen una estancia de esas hermosísimas que están en las afueras del Gran Buenos Aires, y armen una festorria inolvidable. Sáquense miles de fotos y póngalas a circular en Internet y envíenlas también a las páginas sociales de los diarios y revistas. Contraten un grupo de música tradicional como esos conjuntos que tienen unos machos gloriosamente hermosos vestidos de gauchos que taconean con sus botas con espuelas y juegan impresionantemente bien con las boleadoras. Ah, y contraten también unos tangueros que puedan deleitarlos con “Cambalache”, pieza que calza como anillo al dedo.

Coman, beban, disfruten… Así, millones de allá y de aquí podremos estar totalmente en lo cierto cuando las autoridades de allá y de aquí nos interroguen sobre si tenemos algo que ver con la guita y nosotros respondamos con absoluta propiedad que nada, nadita de nada.

Concejal El Hatillo – Un Nuevo Tiempo

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