Cambios de gabinete
Para empezar hay que decir que Maduro no ha tenido ni tiene lo que se llama un Gabinete o un Consejo de Ministros. Es decir un verdadero equipo de trabajo, entregado al servicio público y a convocar a todos los sectores para la participación en la definición de políticas públicas. Lo que al respecto ha habido y hay son unos funcionarios con títulos ministeriales, que nadie sabe exactamente qué hacen, y que los rotan o enrocan con tanta frecuencia, que en realidad suelen pasar por los cargos con pena y sin gloria.
Con el predecesor llegó a ser así, porque él concentraba todo el poder, lo ejercía directamente en todos los ámbitos y por tanto sus ministros parecían dedicados a escuchar sus largas intervenciones y a aplaudir sus comentarios y anuncios. De aquellos tiempos se recuerdan algunos nombres, casi siempre por malos motivos, pero de los tiempos del sucesor no hay mucho que valga la pena recordar. En estos últimos cambios de gabinete lo que destaca es la salida de Pérez Abad y la entrada del general Reverol.
En cuanto a lo primero, se interpreta que la tozudez ideológica seguirá prevaleciendo, con su buena dosis de improvisación e improbidad. En cuanto a lo segundo, se entiende que la represión se dispondrá con más fuerza y con menos respeto a los derechos humanos. Como se podrá apreciar, no se trata de cambios auspiciosos sino ominosos. Y es muy difícil que pueda ser de otra manera, porque en Venezuela impera una hegemonía despótica y depredadora que tiene como fachada a un desgobierno que podría ser calificado como uno de los peores del mundo… y cuidado.
En realidad, al oficialismo no le interesa el gobierno como tal sino el poder. Que ni son lo mismo ni se escriben igual. Un gobierno es un sistema de administración y manejo de recursos públicos en función en encarar los problemas colectivos de la población. Pero eso es absolutamente secundario para la hegemonía. Lo primordial es el control del poder. El control político, económico y social del poder. Y todos los recursos disponibles se utilizan para tal fin, a costa, desde luego, de la ruina material y la ruindad política de nuestro país. De allí, que aunque no exista un gobierno propiamente dicho o medianamente presentable, lo que sí hay es un entorno político-militar-comunicacional que se las trae en materia de manipulación, disimulo y continuismo.
Eso no se puede subestimar. Porque ese entorno está constantemente persiguiendo sus intereses, por las malas y las peores. Todo en el estilo castrista de mandar, que no por nada pronto cumplirá 60 años sojuzgando al pueblo cubano. En el caso venezolano, el “máximo líder” de allá lo era y lo es también de acá. Y esto por una razón elemental. Si el jefe del entorno político era el predecesor y, a trancas y barrancas, el sucesor; y si el jefe de ambos ha sido Fidel Castro, entonces está clarito quién es y dónde se encuentra la instancia principal del poder venezolano. Y todo ello en medio de una retórica incesante de defensa de la soberanía…
No hay mucho que decir de los anunciados cambios de gabinete, pero el tema es útil para colocar las cosas en su debido contexto y entender lo que pasa en nuestra maltratada patria.