Del chef Ramonet: Jalar á la Parisienne
El allanamiento de que ha sido objeto Francisco Ameliach da mucho qué pensar sobre las vicisitudes y sobresaltos que afrontan los parlamentarios y funcionarios civiles del gobierno.
Aparentemente, si hemos de creer a la prensa burguesa que es la única que leo, Ameliach y otros 145 diputados elevaron por ante el presidente Chávez una carta que oponía reparos a la manera en que se ha venido constituyendo el partido único. Ameliach asomó, en declaración a la prensa, que quizá valdría la pena considerar la idea de que el MVR todavía pueda ser útil a la revolución.
Este artículo no pretende comentar el modo “democrático” como Ameliach fue destituido, sin más y por delito de opinión, de la jefatura de la Comisión de Defensa de la AN y de sus deberes como promotor del PSUV.
Más bien quiere ser útil a esos 146 compatriotas que, por desprevenidos, se ven ahora objeto de la ira del Júpiter Barinés Tonante. Pero antes, permítaseme una consideración aritmética. 145 de entre 167 diputados son un montón de diputados “disidentes”. Representan el 86. 8 % de la bancada gubernamental. Tal vez “disidentes” no sea la palabra precisa. Al cabo, el mismísimo suplente de Ameliach también firmó la carta que desató la furia del Olimpo y declaró lo que suele declararse en estos casos: que no sabía lo que estaba firmando.
De acuerdo a la imperante lógica de la obsecuencia, el 86.8% de los ciudadanos que abdicaron de su función legisladora otorgándole a Chávez poderes especiales, no sabía lo que firmaba, pero igual acatará lo que los interventores Cabello y Rodríguez (el orden alabárico reproduce, según muchos, el de precedencia) dispongan por orden superior.
No creo que nada autorice todavía a decir que Ameliach encabeza una facción rebelde integrada por el 86.8 % de los diputados de la AN, aunque nunca se sabe cuándo hay que tomar un hecho azaroso por un indicio. Más bien parece que, una vez más, y como tantas otras veces, el humillado no se sentirá ofendido y reincidirá en la única estrategia de supervivencia que funciona en tiempos de autocracia militar: jalar.
De hecho, ese 86.8% no está inhabilitado para tal ejercicio: bastó verlos y escucharlos durante la sesión única que “turbo aprobó” en primera discusión la “reforma” constitucional urdida por Chávez.
Nada de derecho comparado, ni siquiera un “me parece que este articulado quedaría mejor si.”, sino una orgía de ditirambos en la que la gramática recibía estoicamente más de un mameyazo.
Por estar así las cosas, y sólo por mitigar el penoso espectáculo que seguirán ofreciendo los diputados, sean o no de la panda de Ameliach, hasta la hora y punto en que el Elegido disponga disolver la AN, me permito amistosamente allegarles un modelo a seguir: el del intelectual francés Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, órgano del eruochavismo.
2.-
En la edición de agosto de Le Monde Diplomatique, monsieur Ramonet, publica a manera de editorial, un texto titulado “Hugo Chávez”. Tome nota el aspirante a jalamecate: Ramonet, hombre familiarizado con el género pues su negocio es vender su franquicia a gobiernos del Tercer Mundo usualmente zaheridos por “The Economist”, comienza por situar la figura de Chávez en un contexto de superlativos planetarios.
“Pocos gobernantes del mundo–dice– son objeto de campañas de demolición tan rabiosas como monsieur Hugo Chávez, presidente de Venezuela. Sus enemigos no vacilan ante nada: golpe de estado, huelga petrolera, tentativas de atentado.”
Me detengo en lo de “tentativas de atentado”. Lo del golpe de estado y la huelga petrolera está sujeto a debate algo más que semántica porque ha habido aquí, ciertamente, pronunciamientos militares y empleados petroleros en paro, pero “¿tentativas de atentado?” ¿Sabrá Ramonet de alguna?
Pese a que ha hecho de la crítica a la gran prensa occidental una profesión, Ramonet abraza sin parpadeos lo que debe ser el principal propósito y recurso del perfecto jalamecate: servirse de las pamplinas del adulado. No termina el primer párrafo sin conmiserarse de ese pobre objeto del deseo magnicida que es el buen Chávez.
Más abajo, Ramonet ofrece otro ejemplo de maestría: adjudica al “jalaboleado” el rango de cabeza visible de la tendencia más revolucionaria del movimiento anticapitalista y antiglobalizador. Esto el diputado debe tenerlo muy claro. Ramonet la emprende contra la socialdemocracia—“ruina del socialismo”—, no sea que algún desprevenido piense que Felipe González o Ségoléne Royal están en el mismo bando sólo por ser dirigentes de dos de los más señalados partidos socialistas del mundo.
Aquel que jala por su vida debe hacerse inteligible como jalabolas lo más pronto posible. Los circunloquios pueden ser fatales, por eso Ramonet abre su segundo párrafo preguntando retóricamente porqué será Chávez tan odiado por los poderes fácticos del mundo. Entre esos poderes fácticos no olvida Ramonet a las ONG.
Esto es sumamente importante, amigo diputado, pues el bien ganado prestigio que ostentan “Amnesty International” o “Reporteros sin Fronteras” es tóxico para las tiranías que se dicen de izquierda y democráticas, así que ¡duro con las ONG!, en especial sin son, como señala Ramonet, “organizaciones de defensa de los derechos humanos puestas al servicio de los tenebrosos designios de la administración Bush.”
No sé si el diputado que me lee (si es que alguno me lee) ya va comprendiendo. Después de escucharlos durante la primera “discusión”, tengo mis dudas, pero la peor diligencia es la que no se hace, así que recapitulemos la magistral lección de Ramonet: a) primero un elogio superlativo y b) seguido de un argumento ideológico antimperialista, dirigido inequívocamente contra la llamada democracia liberal, esa con separación de poderes y alternabilidad en los cargos de elección.
Ramonet sabe bien qué clase de música suena celestial a los oídos de Chávez, por eso escribe: “cuando en el Viejo Continente […] se ha hecho prácticamente imposible toda alternativa al neoliberalismo, en Brasil, Argentina Bolivia y Ecuador se suceden experiencias, inspiradas por el ejemplo venezolano, que mantienen viva la esperanza de emancipación de los más humildes.”
Claro, a Ramonet le pagan en “petroeuros” su franquicia; usted, querido diputado de la AN, que por firmar con Ameliach está guindando sin ser mango, vea a ver cómo hace ahora para jalar sin rodar.
Y seguir cobrando quince y último.