Gore: Cambio climático y política
Aún cuando el premio Nobel de la Paz de este año fue compartido entre el Vice-Presidente de la administración Clinton y luego perdedor en la carrera presidencial hacia la Casa Blanca en 2000, y el Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC), la atención global se centra rápidamente hacia el primero, para la delicia de seguidores y detractores. Entre estos últimos, miembros notables del partido conservador que han expresado comentarios venenosos sobre el ganador, los negadores del calentamiento global y “blogistas” en numerosos periódicos de Estados Unidos y ultramar, lo que pone de manifiesto que, aún hoy en día, el asunto del clima y la protección ambiental es un tema caliente y controversial, particularmente en esa Nación.
Al anunciar el premio, el presidente del Comité del Nobel en Oslo, Ole Danbolt Mjos, expresó: “Gore y el IPCC han reconocido tempranamente los peligros del cambio climático global. Con nuestra decisión quisiéramos incrementar la atención sobre este tema.”
Gore el ecólogo
Ya en 1992 Al Gore se había perfilado como político ambiental de alcance mundial, una suerte de candidato verde, con su exitoso libro Earth in the Balance. Esta temprana dedicación a los asuntos ambientales le ganó el burlón sobrenombre de “hombre ozono” o simplemente “ozono”, pronunciado por el anterior presidente Bush, padre, durante la campaña presidencial de ese año. Pero en los siete años posteriores a su derrota electoral se transformó en el estandarte de la generación de los verdes, al viajar constantemente por su país y por el mundo haciendo énfasis en la responsabilidad humana en el deterioro ambiental y el cambio climático y cómo contrarrestarlo.
Como Casandra en su país, fue tildado de solitario por su propio partido, crítico del agujero en la capa de ozono, de los medios sensacionalistas, del cabildeo en el gobierno y del paso en falso de la guerra en Iraq.
El otorgamiento del premio Nobel 2007 corona un año de triunfos significativos para Gore: el premio español Príncipe de Asturias, el Oscar de la Academia de Cine y Artes de los Estados Unidos por la mejor película documental Una verdad inconveniente (presentada también como libro), conjuntamente con el director Davis Guggenheim, el premio Emmy Primetime por sus logros en la televisión interactiva, miembro honorario de la Academia Americana de Artes y Ciencias y el premio británico Sir David Attenborough por la excelencia en películas sobre la naturaleza (ambiente).
También premio para la ciencia
El IPCC es una red de 2.000 científicos organizados en 1988 por la Organización Mundial de Meteorología y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas. Desde ese año ha producido numerosos reportes científicos que “han creado un consenso informado cada vez mayor sobre la conexión entre las actividades humanas y el calentamiento global,” según el Comité del Nobel.
El Dr. Rajendra K. Pachauri, el científico indio que preside el IPCC, señaló que era perfectamente posible estabilizar los niveles de emisiones, pero que el cambio climático y su impacto continuarían acechando al planeta. Agregó, que el premio reivindicaba a la ciencia frente a los escépticos sobre los efectos del comportamiento humano en el cambio climático. Finalmente expresó: “Tendremos que vivir con el cambio climático hasta un cierto momento, pero si queremos evitar o dilatar mayores daños, es esencial que comencemos rápidamente a ejecutar las acciones correctivas con profundo alcance”.
El editorial del The New York Times del 13-10-2007 señaló, que lo que no había mencionado el Comité del Nobel pero que necesitaba ser dicho, era que tal tarea no podía ser dejada solamente a una persona, ni siquiera tan conocida como Al Gore, o a un panel de científicos para sonar la alarma o probar lo que ya era un lazo innegable a un problema que ponía en peligro a todo el planeta. Se planteó que debería ser tarea de los gobiernos. Y muchos gobiernos, particularmente el de Bush, tristemente han fracasado en esta materia.
<Bioética ambiental
Un alerta, entonces, a todos los políticos del mundo. A los de los países desarrollados por su inmensa responsabilidad ante el problema, proporcional a su riqueza e influencia y a los de países en desarrollo por la necesidad de asistencia para difundir y combatir entre su población los peligros del cambio climático. Es que sin el concurso del público en general es imposible avanzar en estos asuntos.
El premio refuerza la necesidad de poner en práctica los principios fundamentales de la bioética ambiental, como una manifestación de la responsabilidad y el respeto por la dignidad de la persona humana, la justicia, la autonomía y hacer el mayor beneficio posible. Que en última instancia, es una decisión sobre la exploración de los riesgos y beneficios que traería para la humanidad continuar con las actuales prácticas globales en materia ambiental.
La política y el político
La edición 2007 del Nobel de la paz tiene nuevamente connotaciones políticas para los Estados Unidos, premio que en los recientes años se ha desplazado desde el enfoque de conflictos armados hacia áreas como la justicia social, la mitigación de la pobreza y el ambientalismo. Pero la concesión de un premio Nobel para la paz es un acto esencialmente político con efectos políticos, a pesar de que en otras ocasiones algunos beneficiarios del mismo aparecían con una aureola de santidad y otros de cinismo.
Que ello es evidentemente político se observa al recordar a receptores recientes del premio: Jimmy Carter en 2002 y Mohammed El Baradei, director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, en 2005, quienes no hicieron un secreto de su rechazo a la invasión de Irak por los Estados Unidos a principios de 2002. El premio de 2007 también puede tomarse, globalmente, como un repudio a la administración Bush por su postura negativa ante el calentamiento global.
Aún sin la presidencia, Gore supo emplear todas las herramientas modernas de la comunicación, Internet, video, cine y la globalización para tenderle la mano y galvanizar un movimiento mundial para contrarrestar un problema mundial. Bush tomó la plataforma más grande del mundo y los efectos del 9 de noviembre como bandera política, pero cavó su propia tumba, tranformándose rápidamente en una fuerza desgastada.
¿Qué tiene que ver el calentamiento global con el mantenimiento de la paz en el mundo?, es la pregunta que muchos se formulan. La respuesta pareciera ser sencilla pero llena de preocupación: la mayor competencia por los recursos naturales del planeta podría incrementar el peligro de inestabilidad, guerras y conflictos violentos dentro de y entre estados. Un futuro nebuloso que requiere la participación activa y desinteresada de verdaderos líderes mundiales.
La concesión del Nobel de la paz a Al Gore, un declarado activista anti-Bush, cambia marcadamente la situación general para la lucha presidencial por la Casa Blanca, a escasas semanas del inicio del año electoral, pudiendo convertirse en un sismo político. Es tal la fuerza, que en los Estados Unidos comienza ya a hablarse de la influencia del factor-Gore en tres direcciones: el propio partido demócrata, al desbalancear inesperadamente a sus tres precandidatos; sobre los republicanos, pues profundiza la soledad del presidente Bush y finalmente, más allá de la política partidista, sobre la numerosa clase media norteamericana, cuyo conocido modelo de vida ya no es duradero ni sostenible sin el mensaje que contiene el premio Nobel concedido. ¿Es Gore el superhéroe que necesita urgentemente la nación norteamericana para borrar la mancha de Iraq y recuperar la autoestima?
Gore no tiene planes o intenciones de presentarse como candidato, según lo ha hecho saber a través de sus voceros. Pero, nunca es bueno decir no. Y si decidiera mantener su negativa, pues como pragmático sabe lo difícil que sería vencer a Hillary Clinton, más aún, sin planes, sin dinero para la campaña, sin logística y…sin ganas, quedaría otra puerta abierta: la secretaría general de la ONU, pudiendo ser el primer estadounidense en lograrlo.
En resumen, el premio Nobel de la Paz 2007 representa una extraña, pero congruente y exitosa combinación de ciencia, política, comunicación y publicidad.