Opinión Internacional

Tlatelolco

La violencia ejercida, sin pudor, por la fuerza policial y para-policial, en contra de los estudiantes que, interpretando el sentir ciudadano, manifiestan su rechazo a la reforma constitucional, me trajo a la memoria lo ocurrido hace 39 años, el 2 de Octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad Universitaria en ciudad de México, bañada en sangre por la masacre perpetrada contra una pacífica concentración convocada por los estudiantes que protestaban contra el autoritarismo gubernamental.

De mucho tiempo atrás se acumulaba malestar colectivo debido a la corrupción generalizada enyugada a prácticas represivas que se hicieron sistema político bajo la conducción del quiste purulento alojado en la dirección del Partido Revolucionario Institucionalista (PRI). El ejercicio del derecho a informar y denunciar los delitos contra la cosa pública y la violación de los derechos humanos, así como la utilización del poder del Estado por parte del Presidente de la República para escoger a dedo el candidato a sucesor e imponerlo mediante acciones violentas, como asalto a colegios electorales que le eran desfavorables, se había transformado en actividad con riesgo de vida. Por eso cuando los desmanes gubernamentales se hicieron insoportables y la presión social amenazó con hacer saltar las válvulas de seguridad y ante una eventual recurrencia armada de las que plenan la historia de ese país, la Universidad asumió el liderazgo que le correspondía e invitó a la nación para que se incorporara las manifestaciones pacíficas y así obligar al gobierno a cambiar de rumbo por vías civilizadas.

El 13 de Septiembre se realizó la “Marcha del Silencio”, pero a los violentos les irrita y atemoriza la paz porque bajo su cobijo la sociedad toma conciencia y se organiza para enfrentarlos. La ocupación de la Ciudad Universitaria, con detenciones indiscriminadas y atroces maltratos físicos, fue la respuesta. Al día siguiente, 19-09-68, cuando el Rector renuncia y no se le acepta ya los violentos gubernamentales habían calentado las calles y los espíritus; el 23 chocan las fuerzas represivas y los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional con saldo de muertos, heridos y apresados; el 27 se realiza un mitin en la Plaza de Las Tres Culturas y se convoca para 02 de Octubre a una nueva concentración. El gobierno la infiltró con efectivos vestidos de civil y enguantados. Comenzó la masacre que alfombró de cadáveres un espacio concebido para la vida en libertad.

El doloroso espectáculo de motorizados para-policiales violando los espacios de la “casa que vence las sombras”, disparando contra la muchachada inerme, en cumplimiento de una orden implícita en la expresión “¿qué es eso Carreño?” lanzada a los cuatro vientos por el cabecilla, nos coloca frente a las Brigadas de Respuesta Rápida cubanas y es inevitable ser asaltados por la interrogante: ¿Estará preparando una emboscada como la de Tlatelolco?.

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