Opinión Internacional

Anticumbre en la Cumbre Iberoamericana

Las Reuniones Presidenciales tienen un impacto en la opinión pública ya que los Mandatarios
-que representan a sus respectivos pueblos- tienen la posibilidad de acelerar procesos que si se hacen a nivel de Embajadores tienen resultados muy lentos.

Pero lo cierto es que no existen soluciones mágicas ni inmediatas. La Diplomacia Presidencial es el arte de lo posible. Y lo posible es establecer un mecanismo de dialogo, negociación y coordinación de los temas de mayor relevancia, y darle tiempo al tiempo.

Lamentablemente el tema central de la cohesión social acordado por unanimidad por los Presidentes, fue ensombrecido por los efectos desestabilizadores de la Anti-Cumbre y de la confrontación que provocó Chávez apoyado por sus nuevos aliados Ortega y Evo Morales.

Se trataba de adoptar planes a trabes de una institución que sirve de puente entre la América Hispano-Lusitana, y los Países de la Península Ibérica para encontrar fórmulas para reducir la pobreza. Pero por supuesto que la “diplomacia espectáculo” desvió los esfuerzos pretendidos, ya que el conflicto, el odio y el insulto, unido a una actitud anti institucional de nuestro Mandatario debilito los objetivos deseados,

El Presidente Chávez, cada vez más, se ve obligado a asumir actitudes escandalosas para lograr las primeras paginas de los periódicos y para imponer criterios que por la vía del consenso y del diálogo no puede alcanzar. Por ello utiliza de manera calculada posiciones cada vez más agresivas. La vía del insulto se convierte en una dinámica permanente de injurias, leyendas negras, simplismos, agresiones y acusaciones sin fundamento.

El desequilibrio generado por Chávez presentándose como “Líder de los pueblos Iberoamericanos” (sin que nadie le haya dado ese privilegio) procura promover su insignificante “Alternativa Bolivariana para las Ameritas” (ALBA), reuniendo a sus seguidores en una Anti Cumbre para atacar a los otros Presidentes al concluir las Cumbres a las que critica, sin dejar de asistir a ninguna de ellas. Ello lo convierte en un desintegrador confeso. Lo cierto es que no solo quiere acabar con las reuniones de la Cumbre Iberoamericana, sino también con las de la CAN, del MERCOSUR, del G 3, de la OEA, de la CAF, del ALCA y de tantos otros organismos.

La tolerancia excesiva que los Presidentes han adoptado frente al “enfant terrible” autoritario, que insulta como un sargento de cuartel a instituciones y dirigentes honorables, debería producir una reacción común de sus pares, similar a la que uso el del Rey Juan Carlos, para que de manera unánime puedan decirle “¿Por qué no te calmas, Chávez?”.

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