Frank Olmos: La aventura de ser voluntario en Río 2016
En su vida normal, Frank Olmos es un joven profesor de liceo en Caracas. Pero desde finales del mes de julio, se encuentra viviendo una aventura extraordinaria: participa como voluntario en los Juegos Olímpicos Río 2016.
Al llegar a la ciudad, lo primero que hizo fue desplazarse hasta el centro de acreditaciones en la capital carioca. “Esta era una oportunidad única”, aseguró Olmos a la prensa oficial de los Juegos Olímpicos mientras recibía la ropa y la identificación que llevará estos días en Río. “Sólo he venido a ayudar en lo que pueda”, dijo el joven, quien prestará servicio en el Centro Ecuestre Olímpico, en el sector Deodoro.
Una “vaca” para un sueño
En realidad, la aventura de Olmos comenzó semanas antes, cuando tuvo que conseguir los fondos para poder emprender el viaje. Cuenta que tuvo que vender varios de sus enseres y contó con el apoyo de familiares y amigos que le ayudaron a financiar todos los pasajes que necesitaba para poder llegar a la capital de Brasil.
«Mis amigos venezolanos recaudaron los 1.000 dólares que costaba el billete de avión. Incluso gente que no me conocía, pero que supo de mi aventura a través de las redes sociales, me ayudó”, explicó el joven a la página www.rio2016.com.
Para llegar a Río de Janeiro, Olmos tuvo que recorrer casi 6.000 kilómetros en dos buses, cruzar dos pasos fronterizos y hacer un vuelo con tres escalas. En total fueron tres largos días de viaje, para hacer realidad su sueño olímpico.
El joven profesor tomó un autobús desde Caracas hasta la ciudad de Puerto Ordaz, en el estado Bolívar, donde pasó la noche. Al día siguiente tomó allí otro vehículo que lo llevó hasta la frontera. “Tardé nueve horas en cruzar la frontera por la cantidad de gente que había”, dijo el voluntario, quien llegó en bus a la ciudad brasileña de Boa Vista, en el estado de Roraima.
Con el billete en la mano, tomó un vuelo que hizo tres paradas antes de llegar a la capital carioca, parando en Manaos, São Paulo y, finalmente, Río de Janeiro, el final de su largo viaje.
Río por segunda vez
Esta es la segunda ocasión en que Olmos visita Rio de Janeiro, pues ya estuvo en esa ciudad en 2013, asistiendo al Día Mundial de la Juventud. Seguramente con ese recuerdo en el corazón fue que decidió aplicar al voluntariado en la justa olímpica.
El domingo pasado asistió a una iglesia en la capital carioca, para unirse «en espíritu» con los jóvenes católicos que este año se encontraban con el Papa en Cracovia, en la celebración. “Yo también viví la JMJ 2016. El domingo fui a misa aquí en Río, y vinieron muchos recuerdos», aseguró el joven, quien fue conmovido por uno de los coros cantados ese día en la iglesia: «Yo jamas imaginé que fuera así, demasiado amor. Es exagerado su amor por mí”, confiesa refiriéndose al amor de Dios.
Siguen las bendiciones
Aunque el lugar en el que Olmos prestará servicio se encuentra bastante retirado del lugar en donde será la inauguración de los juegos, no se perderá el show. La fortuna -o como él prefiere llamarlo: “el favor de Dios”- estuvo de nuevo de su lado: por medio de un correo de la organización, se enteró que fue elegido como uno de los 2000 voluntarios que presenciarían el ensayo de la apertura.
Y allí estuvo, puntual en la cita, y compartió en sus redes un adelanto de sus impresiones: “Ya tuve la oportunidad de ir al ensayo de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos y el montaje es realmente digno de admirar. Mucha tecnología y juegos visuales. De pana que esta gente se la comió”, escribió el joven en su perfil de Facebook.
Sin duda lo mejor está por venir para este joven, que demostró que «fe» y «acción» son un combinación capaz de hacer los sueños realidad.