Uno Solo Homicidio Son Demasiados Homicidios y Su Impunidad Convierte al Estado en Forajido y Atroz
El más fundamental de los derechos humanos; es el derecho a la vida, el cual está garantizado por el Estado, en numerosas constituciones nacionales de diferentes naciones—entre ellas, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela—por lo que ante la ocurrencia de un homicidio, el Estado está en la indelegable obligación de iniciar las investigaciones de rigor hasta comprobar legalmente quién o quienes fueron los perpetradores del más atroz de los delitos—estas tareas de pesquisa, enjuiciamiento y condena de todo culpable de un homicidio nunca debe prescribir, así trascurran días, semanas, meses, años, décadas o cualquier otra cantidad de tiempo, entre la ocurrencia del homicidio y la sentencia del culpable.
La investigación de los homicidios hasta la sentencia de los culpables—debe incluir especialmente—a los homicidios ocurridos en el interior de los recintos carcelarios y a los mal llamados “ajustes de cuentas”—eufemismo utilizado para identificar al homicidio de un delincuente a manos de otro delincuente—porque, los perpetradores de homicidios, son sin lugar a la más mínima duda, personas altamente peligrosas que deben ser aisladas de la sociedad y mantenidas bajo permanente vigilancia—y si se trata de un asesino que ha perpetrado más de un homicidio, su condena judicial debería ser a cadena perpetua—porque las ciencias criminalísticas desde hace tiempo han determinado que el omnipresente fenómeno de la reincidencia delictiva—es suficiente evidencia; para determinar, que algunos homicidas son irrecuperables, es decir, no pueden ser “reeducados” para convertirlos en ciudadanos respetuosos de la vida ajena, y en consecuencia, otorgarles la libertad luego de cumplir una condena—de cualquier duración—es reinsertar en la sociedad a un individuo que muy probablemente volverá a matar—convirtiendo al Estado en su cómplice: en un Estado atroz y forajido.
No pesquisar los homicidios hasta lograr identificar a los perpetradores y condenarlos por sus delitos, se convierte en un estímulo para que ocurran nuevos homicidios, ya que esto le informa a los asesinos que a nadie le importa que alguien mate a otro—y esta realidad, no es una simple opinión, sino un hallazgo científico cuyos pormenores y detalles pueden ser leídos por cualquiera en el artículo de los autores; George L. Kelling y James Q. Wilson, titulado: “Broken Windows: The Police and Neighborhood Safety ” (“Ventanas Rotas: La Policía y la Seguridad Vecinal”), publicado en el ejemplar del mes de marzo de 1982, de la revista Atlantic Monthly, o leerlo en la siguiente URL de la Wikipedia: http://www.theatlantic.com/doc/198203/broken-windows.
Existe adicionalmente un libro de 1996 sobre criminología y sociología urbana de George L. Kelling y Catherine Coles, titulado: “Fixing Broken Windows: Restoring Order and Reducing Crime in Our Communities” (“Arreglando Ventanas Rotas: Restaurando el Orden y Reduciendo el Delito en Nuestras Comunidades), sobre el cual también existe un artículo de la Wikipedia en la siguiente URL: http://en.wikipedia.org/wiki/Fixing_Broken_Windows.
Las referencias bibliográficas citadas arriba, son pruebas de que desde hace 26 años ha estado disponible para todos los Estados y Cuerpos de Policía del mundo, el conocimiento científico y las tecnologías policiales, para organizar, entrenar y conducir a los cuerpos de policía, en actividades que comprobadamente reducen el fenómeno delictivo en todas sus manifestaciones.
Desde esa fecha (1982), se convirtió en obsoleta la tecnología policial de ofrecer a la población un número de emergencia policial al cual llamar en caso de cualquier delito en progreso—una tecnología “reactiva” (la policía reacciona ante la solicitud de la comunidad)—la cual fue reemplazada por el empleo de los recursos policiales en base a estadísticas revisadas diariamente, y un permanente esfuerzo policial para obligar a los ciudadanos a cumplir las normas—desde las ordenanzas municipales en adelante—y corregir las trasgresiones a esas normas que hayan perpetrado.