Castrismo sigue Inmerso en la Guerra Fría
A Pesar de que terminó en 1991 con el colapso de la URSS
Tan pronto como culminó la Vigésima Cumbre del Grupo de Río el pasado viernes 7 de marzo de 2008 en Santo Domingo; República Dominicana; el Presidente de Venezuela; Hugo Chávez, no regresó a su país, como hicieron el resto de los Jefes de Estado asistentes, sino que se trasladó hasta La Habana, Cuba, para reunirse con Raúl Castro—como informaron los primeros reportes de prensa; pero su reunión fue con Fidel Castro—y según la agencia de noticias internacionales Reuters; fue Fidel quien insistió en reunirse con Chávez, ya que éste “no quería hacerlo por temor a contagiarle la gripe”—no fueron divulgados los temas de esta entrevista Chávez-Fidel, pero a juzgar por la declaración del presidente venezolano; al salir de su reunión con Fidel Castro, de que: «(Estoy) muy feliz del gran triunfo de Santo Domingo, y como él mismo lo dijo, el gran derrotado: el imperialismo,»
[Ver:(%=Link(«http://espanol.news.yahoo.com/s/reuters/080309/latinoamerica/latinoamerica_cuba_castro_chavez_sol»,»espanol.news.yahoo.com»)%)], Chávez comparte la tesis fidelista difundida por la agencia Prensa Latina—el propio viernes 7 de marzo de 2008—luego de finalizar la Vigésima Cumbre del Grupo de Río, según la cual: “EL ÚNICO PERDEDOR fue por knock-out, en la capital de la República Dominicana… como se ha demostrado en la reunión de La Habana sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, el imperialismo fue de todas formas el único perdedor.”
Estas declaraciones de Castro y Chávez—claramente—encuadran perfectamente en lo que el Presidente de Colombia; Álvaro Uribe Vélez, le dijo al Presidente de Ecuador; Rafael Correa, en uno de sus varios intercambios de palabras: “…no me venga con el cinismo de los nostálgicos del comunismo”—que los venezolanos padecemos casi a diario; cuando los voceros del gobierno caracterizan cínicamente, los diarios eventos de nuestro país en diametral oposición a como los caracterizan todos los demás sectores—no oficialistas—de Venezuela.
Y esto es claramente un hecho; porque el resto de América Latina no observó a ningún perdedor en la Vigésima Cumbre del Grupo de Río—sino todo lo contrario—una larga lista de ganadores, como lo evidenciaron las muy numerosas manifestaciones públicas de gobernantes, voceros de los sectores públicos y privados; y hasta manifestaciones populares de los pueblos de países latinoamericanos—que estuvieron siguiendo por televisión, la maratónica sesión de la Cumbre—como si se tratase de un partido final de un Mundial de Fútbol… Aparentemente; cuando Fidel Castro vio un perdedor, donde nadie más vio alguno, estaba—como decimos los venezolanos—“respirando por la herida”—al observar que su objetivo de “cayapear” al Presidente de Colombia, a quien los castristas ven como un “representante del imperio estadounidense en América Latina”, no pudo lograrse—es decir; Fidel Castro se sintió perdedor, pero cínicamente, dijo exactamente lo contrario a lo que sentía.
Adicionalmente; como todo el mundo pudo observar, la delegación venezolana a la Vigésima Cumbre de Río, contó con dos miembros colombianos: la Senadora Piedad de Córdova, y la Sra. Yolanda Pulecio, madre de Ingrid Betancourt, quienes luego acompañaron a Chávez en su visita a Fidel Castro, inmediatamente después de concluida la Cumbre—lo que nos hace inferir racionalmente, que estas dos damas, no sólo están dedicadas a intentar la liberación de la rehén franco-colombiana de las FARC; Ingrid Betancourt, sino que son adicionalmente dos piezas del juego de ajedrez castrista.
Ojalá que los Presidentes de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, se convenciesen; como ya se convencieron los Presidentes de Argentina, Brasil y Chile—evidenciado esto por sus posturas en la Cumbre de Río—que pretender seguir a Fidel Castro hacia la resurrección de la Guerra Fría, no es el camino que deben seguir los gobiernos latinoamericanos—sino más bien—aprovechar la magnífica coyuntura que ofrecen los recursos energéticos a su disposición (etanol e hidrocarburos fósiles), para convertir a esta sección del Tercer Mundo en otro polo de desarrollo y prosperidad—como lo ha estado haciendo China con su incursión al libre mercado, luego de lanzar al cesto de la basura las supercherías económicas de Marx, luego de la muerte de Mao Zedong en 1976.