Cristina en problemas
Los sureños después de pasar por muchas dictaduras militares, en especial los argentinos, quedaron vacunados contra los gobiernos autoritarios. Los Kirchner, quienes han creído que la presidencia es un feudo que puede ser traspasado dentro de la familia, al parecer, han caído en la trampa del autoritarismo que les ha sugerido su entrañable amigo Hugo Chávez.
A Cristina Fernández de Kirchner, dama a quien en Estados Unidos acusaron de manejo ilícito de dinero, que tendría depositado en Bancos de La Habana, asunto que la anteriormente Primera Dama y ahora Presidenta de Argentina nunca ha desmentido, es acusada ahora de no ser humilde, cosa que parecería un chiste viniendo de los propios argentinos.
La Presidenta de Argentina ha encarado una larga huelga de productores agrícolas, (debido a que elevó los impuestos de exportación de granos en un 46% y además elevó las tarifas de transporte, lo cual hace inviable a los productores agropecuarios seguir subsistiendo de su trabajo), con represión de todo tipo, con métodos que van del simple uso de la policía hasta de bandas armadas guiadas por fanáticos izquierdistas que rayan en el fascismo, que reconocen su odio de clase y plantean abiertamente el racismo como lo hace el piquetero Luis D’Elía quien ha organizado violentas movilizaciones para «contrarrestar» a los agricultores que han ido a reclamar sus derechos a Plaza de Mayo. Este individuo, que se parece mucho a Lina Ron de Venezuela, que los diferencia solo el sexo, ha dicho que odiaba a «los blancos, aquellos que acumulan y concentran y que matan». Al igual que Lina Ron en Venezuela, el individuo este, odia a los medios de comunicación y canta, al igual que los chavistas, correistas, y orteguitas, las cantaletas de que los problemas económicos y sociales se deben a un «cerco mediático» y, lo único que le falta decir, al menos públicamente, es que la culpa de todo lo tiene Satán; es decir. Mr. George W. Bush, presidente del «Imperio».
D’Elía, quien a pesar de su odio a los blancos no puede disfrazar su color, es un gran admirador de otro racista que si, al menos, no es blanco, Hugo Chávez de Venezuela.
El individuo es un fanático, dizque peronista de izquierda, cuyo partido, que al igual que los movimientos políticos de Hugo Chávez, tiene en su interior una ensalada rusa de vertientes que van desde el fascismo ultra de derecha al de izquierda y que, realmente, se confunden en sus acciones.
En su discurso dice tener un odio visceral por la oligarquía «que tiene llenas las manos de sangre de pueblo». El tipo, escupe el odio por los poros lo cual evidencia, obviamente, que no es una persona normal pero que si es muy necesario para el gobierno argentino y para las ideas violentas de los Kirchner quienes no entienden, al parecer, que los argentinos no son venezolanos que aceptan todo tipo de atropellos y humillaciones de parte de su gobierno.
D’Elía, quien ejerció el magisterio por un tiempo, es un hombre que descubrió que el «No-trabajo», rinde más frutos que el trabajo honesto y honrado y se convirtió de subsecretario de Tierras Para el Hábitat Social, de donde tuvo que ser sacado por Néstor Kirchner, pues escandalosamente defendió a los iraníes asesinos que llevaron a cabo el atentado terrorista contra la mutual judía Amia en Buenos Aires Hoy es un piquetero, es decir, terrorista citadino al servicio de los Kirchner.
D’Elía es financiado por Chávez desde Venezuela, desde un curso de «revolucionario» que fue a hacer en Caracas en 2004, con todos los gastos por cuenta del gobierno venezolano, incluido el pago de hoteles 5 estrellas, como se hizo con la Bonafinni y tantos otros, y con eso puede pasar un buen vivir, y mantener a un grupo de vagos que están a sus órdenes 24 horas al día, como los violentos de Caracas en la Plaza Bolívar, para agredir a quienes se oponen al gobierno argentino. En otras palabras, D’Elías quien odia a la burguesía y a la oligarquía, trabaja para los nuevos amos y la nueva oligarquía, sin que le remuerda la conciencia, aunque se dice que los terroristas no la tienen.
Argentina se comprometió, por ejemplo, a paliar el hambre de Venezuela y no es capaz, en estos momentos, de asegurar la comida para sus propios habitantes, debido a las equivocadas políticas económicas de su gobierno.
No hay carne, leche, frijoles ni aceite, en las principales ciudades argentinas pero, no solo debido al paro de los productores quienes luchan por mejores precios sino a la caída de la producción por falta de incentivos.
La Presidenta ya se inauguró con los cacerolazos de la población argentina debido a la falta de alimentos. Sin embargo, ella, insiste que todo es un complot de los ricos. En otras palabras, en Argentina como en Venezuela, al parecer, se rico es malo.