¿Sobrevivirán las democracias a la crisis?
Gobernar nunca es fácil y gobernar en medio de esta crisis económica es una pesadilla. Ningún país está a salvo de esta debacle. De China a Estados Unidos y de Suráfrica a Polonia, las autoridades se ven agobiadas por la necesidad de responder a la avalancha de emergencias -financieras, sociales, políticas, internacionales- causadas por la crisis. Estos problemas, que son de una naturaleza y de una magnitud sin precedentes, tomaron a los gobiernos por sorpresa y exigen actuaciones rápidas y eficaces. No es fácil: no hay sector público en el mundo que pueda operar a la velocidad con la que está evolucionando esta crisis. Las administraciones no están diseñadas para ser veloces.
El contagio de la crisis económica a la situación social y de ahí a la política ya ha comenzado. Los gobiernos están haciendo frente a enormes presiones políticas que, en ciertos países, conducirán a su caída. El reciente desplome de los Ejecutivos de Bélgica, Islandia y Latvia, por ejemplo, fue consecuencia de la crisis económica. Así, mientras que el año pasado estuvo marcado por la caída de grandes bancos, durante este año y el próximo veremos la caída de gobiernos. La gran interrogante es si la furia social y política causada por los problemas económicos se llevará por delante sólo a algunos gobernantes de turno o si la democracia terminará siendo una de las víctimas de la crisis financiera. Hoy existen 90 naciones democráticas. ¿Cuántas quedarán después de esta catástrofe?
Es aún muy temprano para aventurar respuestas, ya que la tormenta está en su apogeo. Sin embargo, hay estudios recientes que, si bien no ofrecen respuestas definitivas, nos dan algunas claves sobre los determinantes de la democracia y, por lo tanto, sobre los factores que inciden en su sobrevivencia. Los profesores Ethan Kapstein y Nathan Converse, por ejemplo, estudiaron las 123 democracias que nacieron entre 1960 y 2004. En Europa Occidental aparecieron cuatro (una en los años sesenta y tres en los setenta), en Europa Oriental nacieron 21 (casi todas en los noventa); en Latinoamérica, 26 (la mayoría en las dos décadas pasadas), sólo tres en Oriente Próximo y el norte de África, mientras que la gran mayoría surgió en el África subsahariana. Estas «democracias jóvenes» son muy frágiles, sobre todo al principio, y 56 de ellas experimentaron crisis que las revirtieron a sistemas autoritarios. Sorprendentemente, este estudio no encuentra evidencia estadística que indique que la situación económica es el factor determinante de los reveses democráticos, como tampoco encuentra que lo fueran las reformas tendentes a liberalizar la economía. Las nuevas democracias de Europa Oriental, por ejemplo, a pesar de afrontar una muy mala situación económica durante sus primeros años, sólo sufrieron reversiones autoritarias en el 9% de los casos. En cambio, el 56% de las democracias de Asia sufrieron reveses aunque sus economías crecían muy aceleradamente. Esta investigación también examinó otros factores: nivel de ingreso por persona, desigualdad económica, aumentos en el gasto público, cambios en los índices de mortalidad infantil, fragmentación étnica o sistema de gobierno (presidencial o parlamentario). Ninguna de estas variables aparece como una causa preponderante de la pérdida de regímenes democráticos. En cambio, el factor más importante resulta ser la eficacia de los límites que tiene el jefe del Gobierno para actuar de manera autónoma de otros poderes públicos -parlamento, poder judicial, etc.- En el 70% de las democracias que cayeron en el autoritarismo, el jefe del Gobierno operaba con pocas restricciones a su autonomía.
No hay duda de que la crisis económica someterá a las democracias del mundo a duras pruebas. Pero la buena noticia es que la crisis no discrimina en función del tipo de régimen que tienen los países: los regímenes autoritarios también están sufriendo los embates de la recesión mundial. No es imposible que, en algunos países, la profundización del malestar económico de la población produzca reacciones que aceleren la salida de líderes autoritarios. No está claro aún qué países están mejor equipados para navegar en esta crisis: las autocracias como las de Egipto o Venezuela o las democracias como las de Turquía o Brasil. ¿Qué gobierno podrá proteger mejor a sus ciudadanos de esta tormenta: el de India o el de China? No sabemos. Pero lo que parece probable es que, después de esta crisis, el número de países democráticos que habrá en el mundo variará respecto al año pasado. Ojalá sea mayor.