Obamanía en Berlín
Barack Obama: ¿El Mesias negro?
Barack Obama llegó a Berlin y venció. Encantó y sedujo a la ciudad entera y se le recibió como a una verdadera estrella del espectáculo o personalidad mística. Barack Obama: ¿acaso el Mesias negro? Hasta ahora, no había habido ningún político alemán o internacional, a excepción de John F. Kennedy en 1963, que hubiera provocado tal interés, tal efusión emocional y tal ectásis en la capital alemana.
Barack Obama demostró sin el más mínimo esfuerzo, que él no es solamente un fenómeno de masas en los Estados Unidos, sino también en una tribuna política tan importante como la ciudad de Berlin. 200.000 personas, entre berlineses, turistas e inmigrantes acudieron a verle y un caudal de canales de televisión alemanes, norteamericanos (entre ellos el CNN) e internacionales, estuvieron transmitiendo vivo y directo desde el lugar en el que daría su discurso. Sin lugar a dudas, Obama se beneficiaría de una publicidad exorbitante de todos estos medios en su campaña a la presidencia.
Semanas antes de su visita a la capital alemana, hubo una larga polémica acerca del lugar en el que Obama debía hacer su discurso. Obama se había deseado la Puerta de Brandenburgo, lo cual suscitó una álgida confrontación entre la negativa de la Cancillera Alemana Angela Merkel y el beneplácito del Ministro del Exterior Steinmeier. La solución diplomática fue elegir a la Siegessäule, monumento situado muy cerca de la Puerta de Brandenburgo.
Para Obama este compromiso estuvo bien. Luego de un corto recorrido por Irak e Israel, aterrizó el jueves 24 de julio en Berlin y absolvió un breve programa con Merkel, Steinmeier y el gobernador berlinés Wowereit, quién expresó ante las cámaras de televisión alemanas lo maravillado que había quedado con su personalidad y carísma.
Unos minutos después de las 7 pm del mismo dia, Obama finalmente dió el discurso tan esperado frente a casi un cuarto millón de personas y todas esas cámaras de televisión enfocándole. Obama se presentó no como candidato a la Presidencia de los Estados Unidos, sino como un ciudadano del mundo, el cual está interesado por los problemas que atañen al planeta. Sin mayores preámbulos, habló de su origen cultural y racial y no dejó de visibilizar su negritud, cuando dijo que el sabía bien que los anteriores oradores norteamericanos se veían muy diferentes a él. Obama es hijo de un keniano y una blanca norteamericana de Kansas, y se crió en Indonesia y en Hawai.
En su discurso de treinta minutos, econoció la importancia de Berlin al vencer el muro y recordó la amistad con la política norteamericana de postguerra durante el llamado: puente aéreo (Luftbrücke) que salvó a los berlineses del hambre frente al bloqueo de alimentos por parte de los rusos.
Sin embargo, no dejó de mencionar que los problemas del mundo no solo pueden ser solucionados por una sola potencia, sino por el trabajo conjunto y la cooperación de los demás países europeos, incluído Alemania. Se refirió claramente a la situación en Irak y Afganistán, pero también a la lucha contra el terrorismo internacional y el calentamiento global. Si éstas palabras se diferencian sustancialmente de la posición del candidato de los republicanos John MacCain, los comentadores políticos alemanes ya no están tan seguros. Un cierto sabor dulce-amargo quedó en el aire. Ellos, los norteamericanos no lo pueden hacer solos, y este fué el título de página de ,por lo menos, dos periódicos alemanes, die taz y Die Welt.
En cualquier caso, de lo que no cabe duda es que 200.000 personas en Berlin desearían a Barack Obama como presidente de los Estados Unidos de América. El corporaliza, como ningún otro, los deseos de un mundo mejor, multipolar y multicultural de las generaciones más jovenes. Lo demás será historia.