Cuarto creciente
La luna está en fase de cuarto creciente en Bolivia desde que su gobierno, intentando imponer una constitución a la fuerza, se topó con la resistencia de los deseos autonómicos de sus regiones. No le sirvió a Evo Morales simplificar estás demandas regionales adjudicándolas al capricho de los más ricos y con el trillado cliché de que es un asunto de “oligarquías”. Los movimientos autonómicos bolivianos representan un deseo de cambio tan profundo y legítimo, como el de justicia social y representatividad para la mayoría indígena que condujo a un humilde cocalero aymara a la presidencia de la república.
Morales subestimó, no solo a los habitantes de las regiones de la llamada “media luna” boliviana – Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija – sino también, a dos provincias que lo apoyaban y ahora aumentan el tamaño de la “luna boliviana”, -Cochabamba y Chuquisaca, – lugares en donde perdió a sus incondicionales prefectos y fueron suplantados líderes que se unen a la lucha contra un centralismo arcaico.
Bolivia fue fundada en 1825 tras un referéndum promovido por el Mariscal Sucre, su primer presidente, quien declaro al Alto Perú soberana de de la provincia de Río de la Plata y la de Lima, por el deseo independentista de sus elites. Así, con una Asamblea Constituyente que deliberó en Chuquisaca, al igual que la de hoy, se redactó una constitución a imagen y semejanza del Simón Bolívar de esa época, forjador de la república federalista de la Gran Colombia, rechazando su presidencia y opuesto al caudillismo, muy diferente al Bolívar embriagado de poder que en años posteriores se proclamó dictador de Perú y presidente vitalicio de Bolivia.
El deseo de Morales de re-fundar a su país, basándose en los delirios bolivarianos de su mentor Hugo Chávez, hacen que la historia parezca repetirse con una asamblea constituyente que en la misma Chuquisaca, promulgó, en la oscuridad de la noche y arbitrariamente, una constitución que está acelerando el ímpetu autonómico de las regiones bolivianas.
El riesgo de re-fundar, puede fundir un país que nunca consolidó su unidad.
