La revolución chavista ha fracasado
Los chavistas se empeñan en que se olvide, y realizan esfuerzos sostenidos para que el resto de los venezolanos no lo recuerde: tienen 17 años mandando a sus anchas. Han acaparado el poder total. Ahora los funcionarios, cuyo número se ha multiplicado, son chavistas fanáticos, la lista Tascón es fantasma que les aterra noche y día.
En estos 17 años, la Asamblea Nacional ni siquiera tomó nota de las funciones y prerrogativas que le atribuye la Constitución Nacional. Ni legisló, ni controló, ni debatió. Ha sido sólo fachada para aparentar que en Venezuela hay democracia. Recuérdese que Diosdado Cabello la manejó siempre con un látigo en la mano, como a soldados en un cuartel. Por eso no terminan de reconocer a la nueva Asamblea Nacional, electa el 6D por mayoría apabullante (112 diputados de oposición, apenas 55 diputados oficialistas).
La sumisión de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia da pena ajena. Recuérdese que Chávez la calificó de “plasta” cuando dictaminó correctamente que el 11 de Abril del 2002 había ocurrido un “vacío de poder” y no un Golpe de Estado. Arbitrariamente Chávez aumentó el número de magistrados designando chavistas incondicionales. Lo que ocurre hasta el sol de hoy, cuando vemos al TSJ como eje central del operativo para neutralizar a la nueva Asamblea Nacional.
Aunque el petróleo ha sido por décadas factor principal en el desarrollo nacional, las compañías extranjeras que lo explotaban eran las principales beneficiarias. Esta situación lesiva al interés nacional se corrigió a partir de 1958 al implantarse la democracia. Mediante mecanismos legales fue mejorando la participación nacional, hasta llegar el reparto a mitad-mitad, “fifty-fifty” como se le llamó. Venezuela ya estaba en condiciones de manejar su riqueza petrolera y se la nacionalizó en 1975, bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Estaba tomada la decisión de no politizar a la nueva empresa nacionalizada, PDVSA, y se designó presidente al General Rafael Alfonzo Ravard. Cuando Chávez llegó al poder PDVSA ocupaba el 5to lugar entre las compañías petroleras más importantes del mundo. Por desgracia Chávez puso la empresa en manos del ingeniero Rafael Ramírez, un trepador ignaro y corrupto. PDVSA se ha derrumbado. El petróleo que produce no es suficiente para generar los dólares requeridos para importar la comida y medicinas que necesitamos.
La revolución fracasó por completo. Al cabo de 17 años, habiendo dilapidado miles de millones de dólares, la renta más alta en nuestra historia nacional, Venezuela está en ruinas. Ni siquiera las misiones sociales, como la muy acertada Barrio Adentro, que hoy está languideciendo al punto de que un alto porcentaje de sus dispensarios está cerrado o a punto de cerrar, porque no tienen nada qué ofrecer a los enfermos.
Aquellos demócratas que aún se inhiben de mirar mal a la “revolución”, deberían quitarse el tapaojo ideológico que todavía ostentan para ver la cruda y dolorosísima realidad de la Venezuela de hoy.