Opinión Internacional

El Golfo de Venezuela

La lectura de los eventos que hoy ocurren con motivo de la visita del Presidente de Colombia y de la posibilidad de un acuerdo de delimitación de áreas marinas y submarinas, debe hacerse dentro de una gramática que se ha escrito a lo largo del tiempo histórico de las relaciones colombo-venezolanas. Estos lodos coyunturales que hoy vivimos aparecen y desaparecen. Formas fantasmagóricas expresadas en mapas, que pudieran enseñarse al revés sin que el que las observa repare en sus connotaciones geográficas, tienen sí la particularidad de despertar en Venezuela un sentimiento de suspicacia que atiende al bongó que resuena en las selvas saladas de nuestra más preciada, frágil y vital frontera marítima, a saber, el Golfo de Venezuela.

Y digo salada porque el origen de las distancias territoriales con Colombia, se inicia en tierra firme, cuando en 1833 negociadores de ambos países proponen un acuerdo de solución que, aprobado por el Senado de Colombia, es rechazado luego de varios años de discusión y letargo, por el Senado de Venezuela. A partir de allí se teje una madeja de hechos, dilaciones, omisiones y decisiones que se concretan en tres momentos claves de nuestra historia bilateral: primero, el Laudo Español de 1891; segundo, el Laudo Suizo de 1922; y tercero, el Tratado sobre Límites de 1941.

Veinticinco años después, en 1966, el Gobierno de Venezuela invita al Gobierno de Colombia a discutir soberanía sobre territorios marinos en los cuales Venezuela ha ejercido históricos derechos. Luego, en 1970 en lo que se conoce como las “Conversaciones de Roma”, se busca sin éxito, una solución ventajosa para ambos países. Posteriormente, en 1974 se concibe una propuesta de explotación conjunta de los recursos naturales del Golfo de Venezuela que, evidentemente, no pudo concretarse. Más tarde, en 1981 se propone la “Hipótesis de Caraballeda”, rechazada por el país. En 1987, con la incursión de la Corbeta ARC Caldas se intenta forzar a Venezuela a aceptar la designación de una Comisión de Conciliación, especie de arbitro, dispuesta en el Tratado de 1939, que no aplica para cuestiones atinentes a intereses vitales, como los que representa el Golfo de Venezuela.

Después de un largo silencio, en 1989, Colombia y Venezuela deciden un nuevo esquema de negociación, bajo los principios del diálogo directo y global, desgolfizando así un proceso de integración que se había visto frenado por la existencia de esas diferencias territoriales.

Ahora, Chávez y Uribe, luego de tantos desencuentros, aparecen sin decir que no, con este nuevo y controversial globo de ensayo que se resume en una propuesta de negociación en la que se expresa la tesis más excluyente presentada por Colombia, que es la de la línea media, confeccionada por el geógrafo norteamericano W. Boggs, en 1951.

Toda esta situación preocupa y llama a la reflexión de la opinión pública, incluyendo a la Fuerza Armada Nacional, para que discuta estos temas que son vitales para Venezuela.

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