Opinión Internacional

Incendios Internacionales Interminables

Ya estamos acostumbrados en Venezuela y en el Mundo a ser testigos de los permanentes desafueros que protagoniza la “Revolución Bolivariana en el ejercicio de su “Diplomacia Espectáculo”.

Pero nunca hemos presenciado tantos escándalos simultáneos. Las reiteradas torpezas que se han producido en los últimos días no parecen algo casual. Algunos analistas consideran que se trata de una cortina de humo ante las débiles candidaturas oficiales para las elecciones del 23 de Noviembre. Otros creen que se trata del nerviosismo por el aislamiento de Venezuela en la escena Internacional. Otros opinan que es una forma para seguir ocupando las primeras páginas de los periódicos, que requieren posiciones cada vez más exageradas.

Lo cierto es que esta diplomacia incendiaria interminable, rompe con todas las reglas establecidas por la comunidad civilizada de Naciones, y en vez de proyectar positivamente al país, lo aísla aún más al dar pruebas de un modelo anecdótico de una autocracia petrolera que ha perdido su rumbo.

Declarar “persona non grata” al discreto Embajador de los Estados Unidos Patrick Duddy basándose en una decisión trasnochada del Presidente de Bolivia en los conflictos internos de ese país; expulsar al Director de HRW José Miguel Vivanco para demostrar que en Venezuela no se violan los derechos humanos; incumplir el compromiso estipulado en las Convenciones internacionales al negarse a otorgar el salvoconducto al asilado Nixon Moreno y además insultar a la Iglesia Católica por invocar su derecho a calificar el asilo; amenazar con el uso de la fuerza militar en Bolivia, recibir el rechazo del Ministro del Ecuador exigiéndole a Chávez a no seguir opinando sobre el referéndum del Ecuador; constatar los insultos repetidos de Maduro primero al Canciller y luego al Vice Canciller Chileno; arremeter contra el Vicepresidente de Paraguay; son solamente algunos de los múltiples desaciertos.

Ante estos interminables escándalos incendiarios, la Asamblea Nacional no interviene para frenar al Ejecutivo, sino que convierte a sus diputados en público de un Circo Romano que exige más sangre en la arena. Bajo el grito “Venezuela se respeta” (aunque Venezuela irrespete a todos los demás), nuestro Capitolio se ha convertido en Coliseo Romano.

El silencio del Poder Judicial ante las evidentes muestras de delitos conexos como en el caso del maletín; o el de ministros y militares a los que se les demuestran sus vínculos con el narcotráfico; o ante pruebas internacionales de funcionarios que respaldan al terrorismo; o de la inaceptable presencia militar extracontinental rusa en nuestro territorio, convierten a nuestras autoridades judiciales y contraloras en responsables de una justicia cómplice de las fechorías institucionales de otros órganos del Estado, en vez de apagar los incendios internacionales interminables con la sensatez institucional que exige la Constitución y los Acuerdos Internacionales.

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