Opinión Internacional

¿Qué hacen los embajadores en Venezuela?

La tragedia que vive Venezuela no ha sido calibrada por la comunidad internacional. Gracias a la espectacularidad que busca la prensa, el régimen chavista no cuenta como tema de importancia en los medios. Sólo las payasadas y la verborrea del caudillo consiguen cierta notoriedad.

La mayoría de los medios de comunicación da preeminencia a las catástrofes naturales o a los accidentes con gran cantidad de muertos. Es lógico que sea así, ya que al hombre lo fascina la naturaleza y la muerte. Por lo tanto, la destrucción de una democracia por etapas no tiene el impacto de los muertos que produjeron el golpe militar de Pinochet o la guerrilla en el poder de los barbudos de Castro.

Los enviados especiales no tienen el tiempo necesario para estudiar la situación. Se limitan a buscar dos o tres opiniones que les un esbozo de lo que pasa. Y si es posible, buscan opiniones extremas para así mostrar “imparcialidad”. Siempre. Si además el régimen actúa con hipocresía para aparentar respeto a la legalidad, pues se hace más difícil entender qué pasa en Venezuela.

En los últimos días se han sucedido algunos hechos graves que muestran un recrudecimiento de la represión. El director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, fue expulsado del país con la excusa peregrina de intervenir en los asuntos internos del país. La razón verdadera es que coordinó la redacción de un informe sobre el tratamiento que le ha dado el gobierno de Chávez a los derechos humanos.

Como ya otros han dicho, para los venezolanos no es nuevo que se enumeren las violaciones diarias de la Constitución que hace el régimen, remarcar la ausencia de la independencia de los poderes públicos o hablar de las fallas del sistema judicial. En un país donde los jueces reunidos en ocasión solemne aúllan “Uh, Ah, Chávez no se va” no puede causar extrañeza ese informe.

Pero si llama la atención que los países democráticos con los cuales Venezuela mantiene relaciones diplomáticas no hayan hecho una protesta contundente ante el abuso cometido contra los personeros de HRW que fueron echados del país de manera ilegal (Chávez no tiene autoridad para ordenar tal cosa) e inhumana al ser conducidos al aeropuerto bajo secuestro.

La torpeza de tal medida quedó luego demostrada por la repercusión que tomó en la prensa mundial. Las tonterías repetidas de que Vivanco (al igual que unos 5 o 6 millones de venezolanos) es agente de la CIA no han hecho otra cosa que mostrar la falta de imaginación de quienes tratan de gobernar Venezuela.

Mientras Chávez sigue viajando para endeudarnos y comprar armamento militar, estamos en las manos del hampa. Al régimen no pareciera importarle el caos en que vivimos a manos de los violentos. Al contrario, pareciera que uno de sus fines fuera promover la inseguridad ciudadana.

Cuando ocurre un hecho tan horrendo como el asesinato de un líder estudiantil de oposición como el del presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad del Zulia, saltan los medios oficiales y algunos dirigentes gobierneros a chantajear a la disidencia democrática diciendo que no se politice, cuando ellos han sido quienes todo lo han instrumentalizado para el debate político.

Ese crimen debe ser esclarecido de la manera más rápida y confiable. A pesar de las condiciones en las que se encuentra la policía y el poder judiciales, se debe llegar a la verdad y castigar a los culpables.

Independientemente de quienes sean los asesinos y los autores intelectuales del homicidio tal crimen ocurre en un ambiente de total anarquía social fomentado desde el vértice del poder que ha logrado convencer a los delincuentes de que la impunidad llegó para quedarse.

Al escribir estas líneas, se informa de la detención del general Raúl Isaías Baduel, ex ministro de la Defensa, antiguo entusiasta seguidor de Chávez, en un procedimiento que tiene todas las características de retaliación política.

A esto se une el abuso cometido contra periodistas y dirigentes opositores en el aeropuerto de Maiquetía al serle retenidos sus pasaportes para ser fotocopiados y en algún caso, como el del profesor Heinz Sonntag, anularlo.

El gobierno ha logrado enrarecer aún más el clima político y se valdrá de cualquier cosa para aumentar la crispación del debate público. Cree que esa es la forma de darles calor a sus candidatos en las elecciones de noviembre. No le basta contar con el parcializado CNE. Necesita generar miedo y aumentar el caos.

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