¿Despertó España?
España vive uno de los momentos más decisivos de su historia. El actual proceso político es de tanta importancia para su destino como el reinado de los reyes católicos, la reconquista, el descubrimiento de América y la grandeza del imperio de Carlos V o el doloroso proceso de la decadencia española que terminó en la Guerra Civil y en la dictadura del general Franco. ¿Habrá despertado España de las ilusiones del exagerado populismo y el insostenible Estado de Bienestar? Esa pregunta no es fácil de responder. Significaría que los españoles, y en cierta forma nosotros mismos, entienden que la sociedad moderna sólo puede tener destino en medio de la democracia liberal, la sociedad de mercado, el sindicalismo responsable y un Estado impulsor de la Justicia Social. En conclusión, un régimen absolutamente alejado del Socialismo del Siglo XXI.
Es verdad que una parte del despilfarro de la riqueza petrolera se debió al interés de Hugo Chávez, con la complicidad de Nicolás Maduro, de respaldar cualquier candidatura internacional que pudiera apoyar su proyecto político y sus ínfulas de liderazgo mundial. Un buen ejemplo: el fortalecimiento del partido Podemos y la candidatura de Pablo Iglesias. Las tres últimas campañas electorales, 2011, 2015 y 2016, deben haber tenido un elevado costo en euros. No tengo la menor duda en afirmar que una importante parte de ese gasto provino del gobierno venezolano, el cual nunca consideró si en realidad existía algún interés nacional que lo justificara. Lo más curioso es que el señor Iglesias, quien se presentaba cercano al pensamiento chavista, al ver su caída en las encuestas decidió alejarse de su antiguo mentor.
Es difícil determinar si el liderazgo político de España logrará interpretar las inquietudes de su pueblo, expresadas en los resultados electorales de 2016. El reto que tienen es lograr formar, en un relativo corto tiempo, un nuevo gobierno. No lograr hacerlo generaría una grave crisis política, que comprometería la estabilidad de España. Las negociaciones entre las principales fuerzas políticas serán sumamente difíciles. Sus intereses parecen contradictorios. Un análisis comparado de los resultados de las elecciones de 2015 y las de 2016 permitirían interpretar si existe un cambio en los valores sociales. Empecemos. Comparemos primero la demografía electoral: Elecciones 2015, inscritos 36.511.848, votos válidos 69,67 %. Elecciones 2016, inscritos 34.597.844, votos válidos 69,83%. Sólo se observa una diferencia de cierta importancia.
Veamos ahora, como segundo punto, los resultados. Cargos a elegir en las dos elecciones 350 diputados, que a su vez eligen al presidente del gobierno español. Se requiere para designarlo una mínima mayoría de 176 votos. Elecciones 2015: Diputados, Partido Popular: diputados obtenidos, 123. Partido Socialista Obrero Español: diputados obtenidos, 41: Partido Podemos más unidos con la Izquierda: diputados obtenidos, 42. Partido Ciudadanos: diputados obtenidos, 40. Pequeños partidos: diputados obtenidos, 41 Elecciones 2016: Diputados, Partido Popular: diputados obtenidos, 137. Partido Socialista Obrero Español: diputados obtenidos, 85. Unidos Podemos, diputados obtenidos, 45. Ciudadanos: diputados obtenidos, 32. En Común Podemos:, diputados obtenidos, 12. La alianza natural sería entre el partido Popular con 137 diputados y Partido Socialista Obrero Español con 85 diputados.
Analicemos ahora el significado que tienen esas dos elecciones. Elección 2015: el triunfador de las elecciones fue el PP, liderado por Mariano Rajoy que obtuvo en la cámara de diputados una mayoría simple de 123 escaños, 63 menos que en 2011, seguido del PSOE de Pedro Sánchez que obtuvo 90 diputados, 20 menos que en los anteriores comicios. El partido Podemos, liderado por Pablo Iglesias, se presentó por primera vez a unas elecciones generales, obteniendo 41 diputados que sumado a las coaliciones electorales autonómicas: en Común-Podemos, Es el Momento, y en Marea, todas ellas vinculadas a Podemos y otras formaciones de izquierda alcanzaron un total de 69 diputados. El otro partido emergente, Ciudadanos con Albert Rivera al frente obtuvo 40 diputados, siendo con Podemos los grandes ganadores ante la debilidad mostrada por los dos grandes partidos tradicionales.
Al contrario, en las elecciones de 2016 se produce una profunda rectificación del pueblo español, que ante el riesgo que significa apoyar una tendencia de izquierda radical que ideológicamente se vincula con el socialismo del siglo 21, el régimen de Chávez y de Maduro y la tragedia que vive Venezuela en medio de la escasez de productos de Primera necesidad y de medicinas, decide rectificar regresando en parte a su tradicional orientación política. Se fortalecen el Partido Popular y el PSOE. La angustia empieza a presionar al pueblo español que comprende que si le facilitan el acceso al Poder a la izquierda radical, representado por Podemos, puede no sólo romperse la unidad de España sino generar un proceso de inestabilidad económica parecido al que trágicamente vive Venezuela.
La imposibilidad de designar un nuevo presidente del gobierno, al no lograr una alianza conveniente entre los partidos, multiplicó la angustia. Esa inquietud se agravó cuando se conoció la absurda propuesta que le hizo Pablo Iglesias al rey Felipe VI, antes incluso que al propio PSOE, de formar un gobierno presidido por Pedro Sánchez, en el cual el sería vicepresidente, con un reparto equitativo de los ministerios entre Podemos y PSOE. Por suerte para España, Pedro Sánchez rechazó tan absurdo ofrecimiento… Mariano Rajoy piensa, ya es noticia de prensa, ofrecerle al PSOE formar un gobierno de coalición para continuar enfrentando la crisis española. Ojalá que Pedro Sánchez, con la misma claridad e inteligencia con las cuales rechazó la alianza con Podemos, entienda que la estabilidad del régimen democrático sólo tiene posibilidad de reconstituirse si los dos grandes partidos se apoyan entre sí para defender la unidad de España.