¿Se salvará la democracia de Honduras?
Mucho está en juego en Honduras. Por una parte, se trata de contrastar la definición misma de democracia, entre la visión que la percibe como mecanismo de llegar al poder (legitimidad de origen) o la que la ve como forma de gobierno (legitimidad de desempeño). Este asunto que es claro para los venezolanos, está ahora sobre la mesa de negociación en el Diálogo de Guymuras que comenzó en Tegucigalpa. Y será punto de partida para profundizar en el tema y para que la comunidad internacional aprecie la diferencia y cree mecanismos para afrontar este asunto.
Para Honduras en concreto, es el enfrentamiento de dos fuerzas políticas en un marco político y jurídico-constitucional específico a dos niveles, el nacional y el internacional. En lo político se enfrentan dos maneras de concebir el desarrollo de los pueblos y la política doméstica e internacional.
En lo internacional existen dos proyectos que se enfrentan. Uno de ellos organizado como fuerza: la revolución bolivariana. Chávez, junto a su mentor Fidel se han embarcado en el sueño- fidelista y no bolivariano- de transformar la América latina, y porqué no el mundo, en un espacio donde impere el Socialismo del Siglo XXI. Para ellos, el enfrentamiento es entre capitalismo -o imperialismo en lo internacional- y la revolución socialista.
Esto es un falso dilema. Lo que está en juego es la democracia. Lo que se enfrenta en nuestra América es una tendencia democrática y una autoritaria. Esto lo entendió Zelaya y por esto se incorporó a la Alianza Bolivariana para las Américas. Desde allí emprendió la conocida receta que consiste en transformar la constitución del país. Para crear una estructura caudillesca de dominación que necesita, en su forma excelsa, formas colectivas o estatales de propiedad y organización social para asegurar la dominación de la población y la supremacía del líder o caudillo.
La forma como se resuelva el caso Honduras marcará un camino que permitirá rescatar la democracia de la manera fácil o difícil. Sin dudas el club de presidentes que es la OEA-o la ONU- será la última en admitir que la democracia es sobre todo una forma de gobierno. Pero tarde o temprano deberán aceptar que si intervienen para restituir a un presidente electo, con mayor razón deben hacerlo cuando estos nuevos dictadores estén acabando con la democracia en su país, y a tiempo. Probablemente falte mucho para ver cambios, pero Honduras puede ser punto de partida para el rescate de la democracia en el continente.