Opinión Internacional

Día de elección

Este artículo saldrá publicado el día siguiente del «Election Day» (día de elección) de Estados Unidos, o sea, que ya se habrá despejado la incógnita acerca de cuál de los dos candidatos, Obama o McCain, será el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Por eso, no vale la pena que a esta altura intente ofrecer vaticinios al respecto. Tampoco vale la pena, por ahora, teorizar cual será la actitud del nuevo presidente norteamericano hacia América Latina o, más concretamente, con respecto al régimen del teniente coronal presidente. Esto lo dejamos para cuando sepamos quien resultó electo.

En este momento me encuentro en Washington DC participando en un evento especial que bajo la forma de un seminario organiza la Universidad George Washington (UGW) con el título: «Elecciones Históricas USA 2008». El evento comprende presentaciones por estrategas, consultores y politólogos el día antes y el día después de la elección para analizar la campaña y el resultado de ese importante evento comicial. El tema de la evaluación de las perspectivas para América Latina bajo el nuevo gobierno norteamericano lo examinaremos al final del último día del evento y el ponente será el ex presidente Alejandro Toledo.

Pienso que el título del evento de la UGW es muy acertado porque, efectivamente, desde muchos puntos de vista, esta será una elección histórica que deberá producir un profundo impacto en Estados Unidos, donde, además de un nuevo presidente, se procederá a la renovación de un tercio del Senado, a la renovación de toda la Cámara de Representantes, a la elección de nuevos gobernadores en once estados de la Unión, a elecciones locales en algunos estados y a la realización de algunos referendos populares. Además es una elección, que, independientemente de quien resulte electo como nuevo presidente norteamericano, tendrá también un impacto profundo en el resto del mundo, particularmente en estos momentos en que la economía mundial atraviesa una de las crisis más serias de la historia de la humanidad.

A falta de tratar aspectos más trascendentes y corriendo el riesgo de que me califiquen de «pitiyanqui», debo decir que siento envidia por lo que he podido ver estos días acerca de la manera como en este país funciona la democracia y se ejerce el sagrado derecho al sufragio.

El hecho de que los ciudadanos que lo deseen o que por algún motivo personal deban ausentarse del país puedan votar por correo semanas antes del día de la elección sin temor de que su voto sea adulterado, secuestrado, violado o interferido, es una muestra del alto grado de civismo y de respeto de la voluntad popular. Un país donde los candidatos pueden continuar haciendo campaña, las encuestadoras ofreciendo estimaciones sobre el posicionamiento de los candidatos y los medios publicando información o artículos a favor o en contra de un candidato hasta el día antes de la elección, es a todas luces un país civilizado y responsable. Un país donde no hay ni un solo afiche, ni una pancarta y mucho menos una pinta o grafiti en las paredes de las ciudades, donde apenas lo que se ven son pequeños cartelones con las leyendas «McCain-Pallin», «Obama-Biden» o simplemente la palabra «Change» (cambio) colocados en los jardines exteriores de las casas para manifestar simpatía hacia uno u otro candidato es evidentemente un país donde la población ha alcanzado un elevado grado de madurez política. Un país donde el principal evento mediático de la campaña consiste en el debate entre los principales candidatos, transmitido no en cadena sino por algunos canales de televisión, es igualmente indicio del desarrollo democrático de su pueblo. Un país donde el esfuerzo más importante de la campaña electoral es la «operación door to door» (casa por casa), consistente en visitas personales que hacen los activistas de cada partido a los domicilios de los votantes para promover su candidato, y que esos activistas sean recibidos y bienvenidos sin que exista el riesgo de que se trate de un ladrón o atracador, no solamente evidencia un elevado nivel seguridad ciudadana sino también el grado de responsabilidad política que ha alcanzado un pueblo.

Estos son apenas algunos detalles de la elección en Estados Unidos que considero vale la pena destacar. ¡Cuán lejos estamos en Venezuela de alcanzar un nivel de desarrollo democrático siquiera similar!

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