Itamarati Inmaduro
Todo aquel que se ha relacionado, directa o indirectamente, con la política exterior sudamericana, ha aprendido a ver con autentica reverencia la capacidad y la maestría de “Itamarati”, envidia y ejemplo de las grandes cancillerías del subcontinente: Tlatelolco, San Carlos, Buenos Aires y Santiago. Sin haber llegado nunca a ser una gran cancillería, nuestra Casa Amarilla tuvo momentos de armónico crecimiento y nombres que vienen fácilmente a la memoria como: Julián Viso, Pedro Itriago Chacin, Esteban Gil Borges, Carlos Morales, Andrés Eloy Blanco, Luís Emilio Gómez Ruiz, Marcos Falcón Briceño, Simón Alberto Consalvi, Arístides Calvani. Y tantos otros notables venezolanos. Para unos y otros, tácita o expresamente la visión y la ilusión de un idílico Itamarati criollo, flotaban paradigmáticas en el horizonte, cuyas alturas debíamos alcanzar.
Para quienes asistimos hoy a una intervención del Sr. Amorin ,quien sin la menor sutileza advierte sobre las consecuencias escatológicas –después, de una violación flagrante del estado de Derecho, del derecho positivo hondureño- que parecía redactada en Petrópolis, por un canciller de los Braganza cuando el “imperio” servia el sangriento “encargo” del imperialismo ingles, para junto a los porteños y uruguayos virtualmente aniquilar al heroico pueblo paraguayo, hasta eliminar la población masculina en edad de sostener un arma, si algún hondureño vejado en su soberanía y en sus leyes, por los socios de ese quinteto criminal llamado Alba, asomaba su cuello unos centímetros mas de lo conveniente en los jardines de Don Pedro I –perdón de la Embajada del Brasil- creemos que en lugar de elevarnos a itamaraties democráticos, es esta admirada institución la que ha descendido a los niveles chuscos y groseros de la antidiplomacia chavista. Les extrañará a ustedes, que después de la incalificable aseveración del sindicalista Lula Da Silva, negando el holocausto y expresándose con grotesca indiferencia sobre hechos tan graves como el fraude electoral iraní, que llevó al pueblo a largas semanas de protestas enfrentándose a un gobierno teocrático, fundamentalista y antihistórico, atribuya mayor importancia a las declaraciones del canciller y a las desandanzas de Itamarati. No es que. Haya caído en la ramplona indiferencia seudo pragmática del presidente carioca y piense que gracias a Dios le queda poco tiempo en el poder, sino que me parece infinitamente mas grave el envilecimiento y deterioro de una institución de dimensión histórica, que el «salto atrás» hacia el Foro de Sao Paulo de un individuo, de un hombre axial este sea el presidente actual del Brasil. Desde luego esto complica y compromete aún más a la «esfinge» washingtoniana.
En medio de la delicada ensalada de renacientes nacionalismos, del confuso –aunque fascinante- kaleidoscopio de hermosas ideas del “socialismo utópico del siglo XIX- uno de los arbitrios del poder mundial, el emperador Napoleón III, guardaba una actitud ambigua, que muchos tomaban por hábil, y que le valió el sobrenombre de “La Esfinge de Las Tullerias”. Espero en Dios, que ni en el fondo, ni en las consecuencias, esta indefinición no guarde ninguna relación con la contradanza inexplicable y desconcertante del Señor Barak Hussein Obama, cuya credibilidad demasiado temprano empieza a resentirse.
En Honduras, se juega no solo con una nación cuya mayoría fácilmente detectable rechaza al expresidentes Zelaya, individuo subíndice, legalmente depuesto por todos y cada uno de los organismos jurídicamente capaces para hacerlo. Se amenaza al mundo –además de con la destrucción de todo el avance secular alcanzado en el Derecho Internacional- con un “chamberlanismo” socarrón y criminal, que puede abrirle a la humanidad de este siglo XXI, horizontes de horror, en los cuales el terrorismo, el fraude electoral, la corrupción y el lavado masivo de dólares provenientes del narcotráfico sean moneda común y a la ciudadanía decente no le quede sino tratar de sobrevivir.
A mayor poder mayor responsabilidad.