Opinión Internacional

Una dolorosa equivocación

Hace un año, tuve el atrevimiento de escribir un artículo que titulé: “Permítame un consejo, presidente Uribe”. Allí destaqué sus trascendentes condiciones de estadista, pero le recomendé que no aspirara a una tercera reelección. No tengo la menor duda: ha sido un gran presidente. Su política de Seguridad Democrática ha logrado acorralar a los grupos subversivos, que empiezan a dar muestras de gran debilidad. Entendió, que las negociaciones políticas requieren del triunfo militar. Ha sido capaz de resistir las presiones, de todo orden, que han querido desviarlo de su objetivo. Justamente, en este momento, enfrenta el delicado problema de haber permitido la utilización por los Estados Unidos de bases colombianas. Muchos países latinoamericanos, con razón, son críticos de esta medida. Nuestro pasado histórico nos obliga a rechazar la presencia extranjera en nuestro continente. De todas maneras, es necesario entender la situación particular de Colombia. El éxito militar obtenido en su lucha contra la subversión se debe al respaldo tecnológico norteamericano y al valor del soldado colombiano. Era imposible para Colombia negar la utilización de sus bases. Hacerlo, hubiera comprometido la política de Seguridad Democrática y las reales posibilidades de alcanzar la paz.

No voy a negar que me ha causado una profunda decepción escuchar la noticia de las maniobras políticas que realiza Álvaro Uribe para lograr reformar la Constitución colombiana. Nunca creí que cometiera un error semejante. Un tercer período presidencial comprometerá, en mucho, la estabilidad de la democracia colombiana y dificultará de manera significativa el éxito militar y político contra la subversión. Además, debilitará gravemente la unidad interna de Colombia, que se verá sometida a una fuerte polémica de consecuencias impredecibles. Ese doloroso enfrentamiento ya ha comenzado. Las dificultades que está presentando la aprobación por la Cámara de Representantes del referéndum, que abriría la posibilidad de un tercer período presidencial para Álvaro Uribe, prueba lo que yo estoy diciendo. La acusación realizada por el parlamentario oficialista Jorge Enrique Rozo, de un posible intento de soborno a su persona, compromete dolorosamente la figura histórica de Álvaro Uribe. Para colmo, 92 de los 165 representantes se declararon impedidos para votar debido a un conflicto de intereses. En este momento, considero realmente difícil que el presidente Uribe logre modificar tan compleja situación política. Una derrota parlamentaria sería trágica.

Soy enemigo de cualquier reelección. El culto a la personalidad, que crea la permanencia por mucho tiempo en el poder de un solo hombre, debilita el necesario peso que deben tener las instituciones. Además, conduce a la demagogia. El presidente de la República que aspira a la reelección evita tomar medidas impopulares, aunque el bien del país así lo exija. La historia del continente americano enseña que las reelecciones presidenciales siempre han provocado profundas crisis políticas. Un buen ejemplo es la Revolución Mexicana. Surgió como respuesta a un nuevo intento reeleccionista de Porfirio Díaz. Otro ejemplo, fue el golpe militar contra Juan Domingo Perón. Ocurrió en su segundo período presidencial. Son muchos los casos que podríamos señalar. Hay uno verdaderamente trágico para el mundo. Franklin Delano Roosevelt se encontraba sumamente enfermo para enfrentar en Yalta las ambiciones expansionistas de José Stalin. Era su tercer período presidencial y aspiraba a un cuarto. Los norteamericanos entendieron ese riesgo. A partir de ese momento, limitaron la reelección a un solo período. En Venezuela, la posibilidad de reelegirse después de diez años comprometió el destino de la democracia. No permitió el surgimiento de un nuevo liderazgo.

El presidente Uribe debe rectificar. Es los más conveniente para Colombia y su democracia. Todavía está a tiempo. Dejar a un lado el intento reeleccionista sería una demostración de amplitud política. No sería visto como una derrota. En este momento, ocupa un extraordinario puesto en la historia de su país. Nadie puede negarle, que su gestión ha creado las bases para restablecer la paz y la tranquilidad en Colombia. Su partido puede ganar, con facilidad, las elecciones. Tiene varios candidatos. Uno de ellos el doctor Juan Manuel Santos, fue factor en el éxito militar de su gobierno y tiene una bien ganada popularidad. Además, garantiza la política de seguridad democrática. Rómulo Betancourt decía que lo más importante de su vida no había sido ser presidente de Venezuela, sino haber creado a Acción Democrática. Colombia requiere una modernización política. La opinión pública lo está exigiendo. El partido uribista, que sería necesario cambiarle el nombre, tendría un seguro porvenir. Ojalá el presidente Uribe le diga no a los eternos adulantes. Los hombres imprescindibles no existen.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba