El fantoche en Bariloche
Ya se han publicado muchos artículos comentando lo que ocurrió en Bariloche el viernes pasado. Aún así no quiero dejar de ofrecer mi propia evaluación de ese cónclave.
El objetivo que perseguían sus promotores con ese cónclave era condenar al Presidente Uribe por el acuerdo militar suscrito con los Estados Unidos porque, según el teniente coronel presidente, genera una amenaza para Venezuela. Sin embargo, lo que en definitiva preocupa al mandante venezolano es que el apoyo norteamericano a los esfuerzos del gobierno colombiano para combatir la narco-guerrilla terrorista inevitablemente erigirá un muro infranqueable a la dimensión expansionista del proyecto político del comunismo del siglo XXI.
Adelantándose a los acontecimientos, pocos días antes de la reunión de Bariloche el gerifalte venezolano impartió instrucciones a su ministra de Información para de que hiciera todo lo necesario a fin de que sus “mensajes y planteamientos” se difundan en Colombia y de la manera más descarada anunció que utilizará “amigos y aliados en Colombia, que son muchos” para que su “pensamiento”” llegue al pueblo colombiano”.
También los presidentes “albinos” se proponían utilizar la tribuna de UNASUR para descargar con toda fuerza la retórica anti-norteamericana y poner al presidente Uribe entre la espada y la pared.
Lo cierto es que el teniente coronel presidente y sus títeres se quedaron “con los crespos hechos”. El Presidente Lula, padre creador de UNASUR, en su afán de preservar la respetabilidad de la organización, se coordinó previamente con los gobiernos de Argentina, Chile y Uruguay para evitar que bajo la presidencia pro-témpore de Rafael Correa la reunión degenerara en una pelotera y el documento final de la cumbre fuera un documento lleno de invectivas y acusaciones sin fundamento. Esto explica el tono moderado y conciliador de las intervenciones de esos mandatarios. También explica que no obstante la agresividad de los discursos de los albinos y las réplicas firmes y contundentes del Presidente Uribe, el lenguaje del documento final es notoriamente prudente y no menciona por su nombre a ningún país en particular. Esto, de por sí, constituye una gran derrota para el teniente coronel presidente y sus acólitos, que querían incorporar en el documento expresiones de condena contra Colombia y los Estados Unidos.
El tono cauteloso del documento raya en la ambigüedad. Por ejemplo, el párrafo 3, el más importante porque es el único que contiene una referencia velada al tema del acuerdo militar colombo-norteamericano, es susceptible de ser interpretado en dos sentidos. Allí se dice que UNASUR reafirma “que la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede… amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación sudamericana”. La frase “no puede… amenazar” puede ser leída en sentido positivo o negativo. En sentido afirmativo constituye una aserción, una aseveración de que la presencia militar extranjera constituye una amenaza. Pero en su sentido negativo constituye una denegación, un mentís, de que la presencia militar extranjera configure una amenaza.
Dentro de su lenguaje prudente el documento asesta un merecido porrazo al inquilino de Miraflores cuando decide “instruir al Consejo Sudamericano de Defensa” para que “realice una verificación en las fronteras”. No dice cuales, pero es evidente que esa decisión tiene que ver con las denuncias del Presidente Uribe acerca de la porosidad de la frontera venezolano colombiana y el uso de nuestro territorio como santuario por los guerrilleros colombiano con la connivencia de las autoridades venezolanas.
Al parecer la única carta que llevó el mandante venezolano para jugar en Bariloche fue la del documento “Estrategia Sudamericana. Libro Blanco. Comando de Movilidad Aérea”, que, según él, constituye una prueba que el acuerdo militar colombo-norteamericano es parte de una estrategia global de dominación de los Estados Unidos y contempla el uso de aviones espías sobre el territorio de los países vecinos. Esto no es sino una repetición de lo que ocurrió en 1995 con el famoso “Plan Balboa” que supuestamente era un plan de los Estados Unidos y otros países (España y Austria entre ellos) para invadir a Venezuela y apoderarse de su riqueza petrolera. En aquella oportunidad el mandante de Miraflores aseguró tener en su poder pruebas documentales confidenciales de ello. Al final resultó que sólo se trataba de un juego de guerra, una simulación de una operación militar del Estado Mayor Conjunto de España en la cual incluso participó un oficial venezolano.
El “Libro Blanco” que con tanta alharaca enarbola el fantoche venezolano es un documento que le proporcionó la señora Eva Golinger, la ciudadana venezolano-norteamericana que se ha revelado como una ardiente y servir compinche suya. Cualquiera lo puede leer en Internet: (%=Link(«http://www.scribd.com/doc/18064521/Global-en-Route-Strategy»,»scribd.com»)%)
. El propio Presidente Uribe desenmascaró la naturaleza de ese documento cuando dijo “El documento leído por el mandatario venezolano… es una propuesta pública de un grupo académico, que no ha sido adaptada por el Estado norteamericano” y agregó que la fuerza armada venezolana también ha desarrollado un juego de guerra, el “Plan Guaicaipuro” en el cual el enemigo a combatir es Colombia.
El teniente coronel presidente cree que los demás somos tarados, idiotas y aceptamos gato por liebre. Me parece bien que la Cumbre le haya pedido al Consejo Sudamericano de Defensa que analice el texto de ese documento. Estaremos pendientes del resultado de ese análisis que ineluctablemente dejará en ridículo al fantoche de Bariloche.
Luego de la derrota sufrida en Bariloche el fantoche comienza a hablar de “enfriamiento gradual” de las relaciones con Colombia. Ojalá ese enfriamiento no baje la temperatura hasta el nivel de congelamiento, que es tan dañino como el rojo vivo en que han estado estas últimas semanas.
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