Penzini Analítica: Inteligencia emocional, ¿una vía para el diálogo en Venezuela?
En Venezuela basta una simple conversación con cualquier persona para encontrar sintonías de miedo, rabia, frustración, violencia y degradaciones aberrantes del verbo, producto de una falta de armonización del individuo derivado de un ambiente adverso y hostil al que con seguridad está sometido tanto interna como externamente.
El psicólogo estadounidense Daniel Goleman publicó en los años 90 un libro llamado “Inteligencia Emocional” en donde manifiesta que hay un Coeficiente Intelectual y otro Coeficiente Emocional que interactúan para definir la inteligencia total de la persona. La mente racional se refiere a los actos conscientes, reflexivos, analíticos, de discernimiento, que se piensan y meditan; entre otros. Pero la mente emocional actúa de manera independiente y participan los sentimientos, intuiciones, impulsos, respuestas instantáneas, y actos irracionales, inconscientes, e ilógicos; entre otros.
Howard Gardner, psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, con su Teoría de Inteligencias Múltiples destaca dos tipos de inteligencia personal: la interpersonal, que permite comprender a los demás, y la intrapersonal, que permite configurar una imagen fiel y verdadera de uno mismo. Peter Salovey también ha trabajado en la organización de las inteligencias personales en cinco competencias principales: el conocimiento de las propias emociones, la capacidad de controlar estas últimas, la capacidad de motivarse uno mismo, el reconocimiento de las emociones ajenas y el control de las relaciones.
Vivir en ambientes adversos como el venezolano hace necesario colocar la mente emocional en un lugar especial de las aptitudes para la vida, junto con lo que tradicionalmente se conoce como las capacidades intelectuales y las relaciones interpersonales. Estos elementos y otros que adicionalmente dan estructura y forma a las emociones garantizan el equilibrio necesario para la interacción con las personas y el entorno.
¿En qué nivel de inteligencia emocional nos encontramos como individuos y como país? ¿Por qué pareciera tan complicado la construcción de un diálogo para salir de la crisis? ¿Qué nos pasa? ¿Realmente sabremos cómo dialogar? ¿Podremos hacerlo con sinceridad y generosidad? ¿Por qué muchas veces sentimos que tender los puentes necesarios es imposible? ¿Por qué para muchos es difícil descartar el odio, la frustración y el miedo? ¿Por qué hay temor a la inclusión?
Tanto el Gobierno como la oposición y todos los ciudadanos de este país debemos apostar por un cambio de sintonía, hacia la capacidad de construir sin desbordar emociones propias, aumentar la capacidad de tolerancia, enfrentar con honestidad y generosidad la resolución de conflictos, actuar con prudencia, ser solidarios con los temas sociales y en general, tener una visión positiva de la vida y del país. Es imperante aumentar el conocimiento de las técnicas que ayuden a desarrollar y aplicar la inteligencia emocional en la vida cotidiana, e incluirlas en la agenda de diálogo nacional.
