Obsesión guerrerista
Su condición de militar fracasado le ha generado al teniente coronel presidente una auténtica obsesión guerrerista. Desde que asumió el poder la palabra guerra ha estado presente en todas sus formas, en todas sus manifestaciones y en todos los frentes. En su mente y en su vocabulario siempre están presentes ideas y expresiones guerreristas. Hasta la estructura de su partido (PSUV) está concebida partiendo de nociones militares: “divisiones, batallones, patrullas, etc.
En agosto del 2006 Alberto Garrido (q.e.p.d) publicó un artículo titulado “La hipótesis de guerra de Hugo Chávez”, en el cual se lee: “Desde que se propuso la toma del poder, Hugo Chávez planteó como hipótesis final del proceso revolucionario una confrontación bélica en dos planos. En primer lugar con Estados Unidos, caracterizado como el enemigo estratégico a derrotar. Por otra parte, con los aliados externos o internos de EEUU”. En la obra de Agustín Blanco Muñoz “Habla el Comandante” (1998) el mandante de Miraflores dice: “Nosotros hablamos de la lucha política como de la guerra política; es decir, de la guerra o el combate militar que hicimos. Estamos ahora en una guerra política, estamos en otra forma de guerra, y no sabemos si más adelante pasaremos a la guerra nuevamente”. Lo único que queda claro de este trabalenguas es la obsesión guerrerista.
Esa misma obsesión lo induce a comprar armas. Fusiles, municiones, lanza-cohetes, aviones, helicópteros, sistemas de defensa antiaérea, radares, barcos, submarinos y todo lo que los perros de la guerra le ofrecen lo compra, despilfarrando dinero por cantidades que ya deben superar los diez mil millones de dólares, cuando esos recursos tendrían mejor destino si se dedicaran a saldar la pesada deuda social que tiene con los venezolanos.
Batallas, campañas, guerra asimétrica, guerra de cuarta generación, guerra de resistencia, guerra subversiva, guerra mediática, guerra civil, guerra comercial, guerra anticolonial, guerra necesaria, batalla de ideas, son algunos de conceptos que como murciélagos revolotean constantemente dentro de su cerebro. En el frente interno: guerra contra los escuálidos, contra los oligarcas, contra los burgueses, contra los ricos, contra la oposición, contra el latifundio, contra el empresariado, contra la industria, contra la propiedad privada, En el frente externo: guerra contra el imperio, con Colombia, contra el imperialismo, contra el libre mercado, contra el ºALCA, guerra latinoamericana, guerra continental.
En fin, guerra contra todo el mundo, pero hasta ahora ni siquiera una insinuación, una amenaza de guerra y mucho menos una ofensiva contra los verdaderos enemigos de la sociedad venezolana: la corrupción, la inseguridad, la miseria, el malandraje que conforma las brigadas de choque de su régimen mantenidas para agredir a quienes no comparten su proyecto político.
Con ocasión de la crisis política de Honduras, dijo que en ese país podía desatarse “una cruenta guerra civil”. “Dios no lo quiera, pero podría terminar en una guerra civil que podría desparramarse por Centroamérica, que ya fue un volcán hasta hace muy poco tiempo y cuyas cenizas atún están vivas”. Más que una preocupación o una advertencia, estas expresiones parecieran reflejar, además de una falsa apreciación, una desilusión al constatar que su proyecto injerencista en ese país fracasó. De nada le sirvió infiltrar allí mercenarios para provocar la insurrección que desencadenaría la guerra civil que él quería incitar.
Ahora está empeñado en afirmar que en Suramérica “soplan vientos de guerra” porque el Presidente Uribe ha suscrito un acuerdo para que soldados norteamericanos y personal civil contratado por el gobierno de los Estados Unidos utilicen las facilidades de varias bases militares en el país vecino. Según él ese acuerdo es parte de un plan del “imperio” para dividir y desestabilizar la región. Como nadie le hizo caso y fracasó en su empeño en involucrar a la Naciente UNASUR y al todavía no-nato Consejo de Defensa de esa organización, recurriendo a su acostumbrada táctica de atribuir a los demás lo que hace o se propone hacer, ahora acusa al presidente Uribe de estar tramando con los Estados Unidos una guerra contra Venezuela. “Tenemos nosotros que evitar una guerra entre Colombia y Venezuela. Dios nos libre de una guerra, pero tenemos que neutralizarla desde ahora mismo. No tengo la menor duda de que el imperio yanqui quiere una guerra entre Colombia y Venezuela”. ”Colombia debe darse cuenta de que Estados Unidos está planificando una guerra contra Venezuela” “Si Colombia se atreviera a cometer una agresión contra Venezuela yo me vería obligado a defenderme”.
Pero esa prédica del gerifalte ya no impresiona ni atemoriza a nadie. Más bien genera reacciones de rechazo como la del gobierno peruano. “Yo no comparto la idea de que Colombia busque una guerra continental” dijo el Canciller peruano García Belaunde. “Vivimos tiempos en donde existe la firme voluntad de los países latinoamericanos de fortalecer la integración regional”.
Este señor está empeñado en generar una nueva guerra fría que no será entre el Este y el Oeste sino entre el Sur y el Norte. Cree que con aliados tan temibles y poderosos como Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, Honduras (?), Belarús e Irán será capaz de hacer sucumbir la primera potencia militar y económica del mundo. En el fondo, él desearía que los Estados Unidos atacaran a Venezuela para tener su propia “Bahía de Cochinos” y presentarse al mundo como una víctima del “imperio”. También desearía un conflicto con Colombia para tener una excusa para apoyar abiertamente a las FARC y llevar a esa organización al gobierno de Colombia para implantar allí su “revolución bolivariana” y su comunismo del siglo XXI. Afortunadamente, Mientras más amenaza, mientras más denuncias supuestos planes de guerra y mientras más augura agresiones contra Venezuela, menos gente le hace caso.