La soberanía es una sola
Los “albalulistas” e insulzos de la región siguen empeñados en destruir, por la via de la tergiversación y el abuso mediático, los principios y valores que rigen las relaciones internacionales, entre los cuales, el de la soberanía, entendida y aceptada por todos, como el poder de un Estado para utilizar libremente y disponer del territorio bajo su jurisdicción; y, para realizar todas las actividades que considere necesarias o beneficiosas para la población que habita en su territorio. La soberanía implica el derecho de los Estados a que ningún otro intervenga en sus asuntos internos. Soberanía es un corolario lógico de la independencia.
La soberanía no es absoluta, es cierto. Ella tiene los límites que impone la evolución misma de las relaciones internacionales y el Derecho Internacional. Mientras no se afecten los derechos de los demás Estados y de la comunidad internacional, los Estados disponen de una discrecionalidad amplia que les permite concluir acuerdos de toda naturaleza .
Los “albalulistas” han armado un escándalo mediático con la renovación de los Acuerdos entre Colombia y Estados Unidos, sobre la lucha contra el narcotráfico. Sus declaraciones y actuaciones buscan alborotar aún mas el patio, para acelerar el destructivo proyecto comunista concebido en la Habana y ejecutado con los recursos venezolanos en la región. Estados Unidos y Colombia actúan dentro del marco de sus competencias, en ejercicio de su soberanía, cuando concluyen acuerdos para combatir y erradicar el narcotráfico y otros crímenes internacionales, el terrorismo incluído. Sin embargo, con el exclusivo ánimo de confundir y tergiversar los conceptos y principios, con fines simplemente perversos, el grupito, incluidos los populistas Lula y Kirchner, la casi saliente Bachelet, el nefasto Secretario General de la OEA y el mediocre Ministro español Moratinos, cuestionan ese derecho de los Gobiernos de Uribe y de Obama y les exigen groseramente que se sienten con los gobiernos de la región para discutir su soberania.
La soberanía en este caso, es cuestionada por los representantes del grupo. Contrariamente, cuando afecta sus interses, los “albalulistas” tratan de imponer interpretaciones sesgadas. Ni la OEA, ni los gobiernos de la región han condenado las gravísimas violaciones del orden constitucional y el abandono, por parte del régimen chavista, del estado de derecho, una verdadera cuestión de orden público que justificaría plenamente un pronunciamiento de la comunidad internacional. El grupito tampoco se ha pronunciado sobre el desproporcionado armamentismo de Venezuela y las extrañas relaciones militares, claramente marcadas de guerrerismo, con Rusia, China e Irán, que chocan con las normas de seguridad y defensa regionales. Tampoco ha condenado a los regímenes de Caracas y Quito por atentar descaradamente contra la soberanía de Colombia, al prestar su territorio para ofrecer asilo y protección (santuario) a grupos reconocidos por todos como terroristas, las FARC, claramente.
El radical grupito no se ha pronunciado tampoco sobre los ataques perpetrado desde la Nicaragua de Ortega, con el apoyo financiero de Venezuela, en detrimento de la integridad territorial y la soberanía de Honduras, un Estado independiente y soberano que ejerce el derecho a su libre determinación, tan resaltado por el grupo radical en su lucha anti-imperialista, cualquiera que sea la situación política que atraviesa, por la justa separación del poder de Manuel Zelaya. Mucho menos ha habido algún pronunciamiento sobre la descarada y repugnante injerencia de Chávez en los asuntos internos de ese país y de otros.
Los “albalulistas” hablan de respeto de la soberanía cuando les conviene y se acomoda a los planes que tienen para destruir la región. Por ahora es así, lamentablemente, aunque vientos de cambio soplan aquí y allá, en Buenos Aires, en Santiago, en Montevideo.
