El 24 de junio de 2016 triunfó la civilidad
En Venezuela, la mayoría de las celebraciones nacionales giran en torno a hechos bélicos, no es que eso sea en si reprochable, pero una nación es mucho más que el resultado de batallas, por importantes que estas hayan sido.
Poco se recuerda -y menos se festeja- el nacimiento o la vida de héroes civiles como Gual y España, José María Vargas, José Rafael Pocaterra, Leonardo Ruiz Pineda, Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, quienes -de una u otra manera- enfrentaron al militarismo, verdadera calamidad que ha impedido la construcción de una nación moderna y civilizada en Venezuela.
No pretendemos denigrar del rol desempeñado en el curso de nuestra relativamente breve historia. por los militares de carrera sino de la pretensión de algunos de ellos de considerar que son los únicos facultados para gobernar al país.
Uno de los grandes logros de la civilización actual ha sido el establecer un orden civil fundamentado en el respeto a la Constitución y las leyes y basado en el respeto a los DDHH y a los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Eso requiere del establecimiento de regímenes democráticos sustentados en la alternancia en el mando y sobre todo en la división de los poderes del Estado.
Lo ocurrido el 24 de junio fue una lucha desigual entre el pueblo venezolano y los poderes de un régimen político que pretendían impedirle que hiciera uso del artículo 72 de la Constitución Bolivariana de Venezuela, que lo faculta a solicitar el referéndum revocatorio del Presidente de la República.
Fue una lucha por parte de la sociedad civil para superar todas las trabas y obstáculos generados desde diversos órganos del Estado y ejecutados disciplinadamente por los cuerpos policiales y la Guardia Nacional y que, contra todo pronóstico oficialista, logró superarlos uno a uno y alcanzar una victoria de dimensión épica, de los civiles, contra un régimen autoritario y de corte militar.
Las fechas del 6 de diciembre de 2015 y del 24 de junio de 2016 deben ser recordadas como una etapa en que la sociedad civil, unida con base en principios democráticos dijo NO al autoritarismo, a la barbarie, a la corrupción y al poder ejercido sólo con la fuerza de las armas y de la represión.
Ahora se abre una nueva etapa, que no es otra que la de un diálogo productivo para reconstruir al país. Pero, para que pueda funcionar y resolver, deben ser liberados los presos políticos, permitirse la realización oportuna del referendo revocatorio y abrir las puertas a la ayuda humanitaria.
A través de un diálogo basado en la búsqueda de soluciones a la crisis y con un espíritu franco y honesto de encontrar vías hacia la reconciliación nacional, el país podrá volver a ser un espacio para la paz y el progreso en el que todos los venezolanos puedan tener su espacio para contribuir a la concreción de medidas necesarias que permitan construir un mejor futuro para todos.