Opinión Internacional

Decida el pueblo qué socialismo desea

Saludo la nueva apertura al debate convocado por el Presidente. Una consulta democrática, luego de debatidas y ampliamente conocidas las opciones, debe permitir al pueblo decidir su socialismo.

¡Seamos realistas y hagamos lo imposible!
Che

De los discursos del Presidente de la República y los documentos publicados en estos días, en relación con el aniversario del Asalto al Moncada, el VII Pleno del PCC y las reuniones del Consejo de Ministros y de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se seguirá hablando y debatiendo por mucho tiempo.

Algunos asuntos relevantes se han precisado, otros habrán de ser ampliados y, por la forma en que se ha dosificado la información, no es descartable que se divulguen luego otras medidas acordadas en esos eventos, que hasta ahora no se han dado a conocer.

A juicio de este servidor, entre los aspectos de mayor trascendencia ha quedado reconocida con toda claridad la soberanía del pueblo de Cuba en relación con la definición de la sociedad socialista en la que aspira a vivir. Esta propuesta democrática del Presidente merece ser honrada por todos los cubanos.

“Será el pueblo quien definirá”, dijo, previo amplio debate popular, proceso que será, de hecho lo es, encabezado por el Partido.

Nuestro pueblo decidió soberanamente construir el socialismo, pero nunca se le ha preguntado qué tipo quiere, ni ha tenido la oportunidad de definirlo colectiva y democráticamente, luego de las importantes experiencias propias y ajenas acaecidas con la caída del campo socialista y el Período Especial. Hay que buscar el nuevo consenso de las nuevas circunstancias.

Hasta ahora en Cuba ha venido primando el modelo conocido indistintamente como “socialismo de estado” o “socialismo real”, sobre la base de los mismos principios neo estalinistas de los proyectos fracasados en todas partes donde se intentó, sustentado en la propiedad casi absoluta del estado sobre los medios de producción, el trabajo asalariado y la centralización de todas las decisiones importantes.

En verdad, tal versión, es en esencia un capitalismo monopolista de estado orientado a mejorar las condiciones de vida del pueblo, algo que más se ha logrado en Cuba que en otras partes, administrado por el partido vanguardia de la clase obrera, pero que no avanzó en cambiar las relaciones asalariadas propias del capitalismo, reprodujo el estado jerárquico-burocrático de la burguesía y fue creando una nueva capa milipolitecnocrática que terminó, en Europa y en China facilitando la restauración del capitalismo privado.

Hubo otros; pero su error de fondo fue mantener la organización asalariada del trabajo, estancarse allí, no avanzar a las nuevas relaciones de producción y sociales libres asociadas.

No solo la práctica ha demostrado que ese “modelo de socialismo” es inviable económica y socialmente y reconduce al capitalismo, sino que para muchos comunistas y revolucionarios de Cuba y de todo el mundo, -estudiosos de las obras de Marx y Engels, los fundadores del socialismo científico-, la nueva sociedad nada tiene que ver con esa concepción estatalista asalariada y centralizada que no socializó la propiedad y el control del plustrabajo, sino la pobreza y la desesperanza.

Por distintos motivos, no pocos partidarios del “socialismo de estado”, han difundido la idea de que Marx y Engels no dejaron escrito cómo sería la nueva sociedad y hasta olvidan que toda la vida y obra de ellos fue para demostrar que el sistema de trabajo asalariado del capitalismo, de carácter explotador, esclavizador y enajenante, por imperativo histórico del desarrollo de las fuerzas productivas, sería abolido y sustituido por la nueva forma de trabajo libre asociado.

Ya en varios artículos, ensayos y libros de este y otros muchos autores, se ha demostrado que los clásicos, si bien no dejaron un tratado sobre el socialismo, al estilo del Capital, lo que no era posible por razones obvias, en innumerables obras a lo largo de sus vidas sí precisaron con toda claridad que la clase obrera asalariada desaparecía con el propio acto revolucionario de la apropiación por ella de los medios de producción y se convertiría en clase de trabajadores asociados.

La nueva, tendría que ser una sociedad totalmente distinta a la capitalista, basada en otras relaciones de producción, propiedad, distribución y consumo, de tipo libre asociado, -como ocurre en el seno de las cooperativas clásicas-, sin patrones, ni burócratas impuestos, con otros modelos paradigmáticos que tuvieran en cuenta los mejores logros de las sociedades precedentes, donde la tendencia del estado sería a su paulatina extinción y la libertad de cada individuo sería la condición de la libre existencia de todos.

Sería la sociedad más libre y democrática, la más justa, la más humana. Habrá que volver sobre el tema una y otra vez. Eso y no otra cosa era el socialismo para Marx y Engels.

Para los cubanos, nuestro marxismo tendría que ser, además, martiano y nuestro Apóstol nos dejó una clara crítica del “socialismo de estado” en su inmortal obra “La futura esclavitud”, que los interesados tomaron por anti-socialista y precisó el tipo de sociedad libertaria, anti-despótica, ultra-democrática, de propiedad repartida, con todos y para el bien de todos, por la que todavía luchamos y por la que han muerto miles de cubanos en los siglos XIX, XX y XXI.

Digámoslo con todas las letras: para unos no hay mucho que cambiar, para otros solo se trata de perfeccionar el estatismo asalariado que tenemos y hacerlo “más eficiente” económicamente, para no pocos se trata de trascender esa vieja concepción y avanzar paulatinamente en dirección a un socialismo que parta del actual, rescate los orígenes científicos, democráticos y libertarios del marxismo y se renueve con las concepciones más modernas del pensamiento humanista y revolucionario.

A tenor con este nuevo llamado del Presidente, habrá de discutirse en forma amplia, horizontal, laboriosa, transparente, libre, desprejuiciada, respetuosa y sin descalificaciones ni provocaciones personales. Los medios de difusión deberán abrirse a todos los revolucionarios y comunistas. El debate sano y revolucionario será para unirnos en la diversidad y espero que no para dividirnos y fragmentarnos como desearían vernos el enemigo imperialista y sus acólitos internos, con el apoyo de oportunistas y arribistas agazapados, que se descubren al lenguaje tergiversado, agresivo y ofensivo.

Tal proceso democrático de discusión, para serlo realmente y cumplir el objetivo que plantea el Presidente, demandará que el pueblo sea informado sobre todos los criterios existentes al respecto y conozca las diferentes propuestas de socialismo, incluidas, desde luego las Propuestas Programáticas para un Socialismo Participativo y Democrático, presentadas por varios compañeros en agosto del 2008.

Igualmente, como será el pueblo el que decida, es de esperar la realización de una consulta popular, plenamente democrática, donde aparezcan las variantes en debate, para que los ciudadanos escojan libremente y con pleno conocimiento cuál es la opción socialista que desean. O se pronuncien en la dirección que estimen. Sería una muestra de madurez, de democracia realmente popular, participativa, directa y decisoria, como debe ser la socialista. Solo dudarían, quienes desconfíen de las masas populares y de sus propias concepciones.

Agradezco al Presidente de la Republica la oportunidad que espero brinde a los comunistas y revolucionarios partidarios del socialismo participativo y democrático, de poder explicar amplia y democráticamente a nuestro pueblo por medio de la prensa oficial estas posiciones que defendemos un número cada vez mayor de compañeros, algo que hasta ahora no ha contado con el apoyo oficial del Partido y se ha estado haciendo a costa incluso de represiones veladas y abiertas contra quienes, en respuesta a los llamados anteriores de Fidel y Raúl han estado divulgando sus posiciones.

Consecuentemente con estos llamados del Presidente Raúl Castro y del Partido Comunista, a debatir democráticamente sobre el socialismo que deseamos, intensificaremos nuestras labores de divulgación y propaganda sobre el Socialismo Participativo y Democrático, por todas las vías a nuestro alcance en todos los estratos de la sociedad.

Desde luego, en los discursos y en los documentos publicados, hay aspectos que demandan mayor clarificación, otros que no aparecen. No sabemos si fueron ignorados o postergados. En circunstancias tan difíciles, a veces “ganar tiempo” en realidad significa perderlo.

La compleja situación actual que ancha y ahonda la grieta que divide al pueblo de la burocracia, pudiera llegar a crear un abismo infranqueable, si no se avanza en dirección a la participación decisoria de las masas en todos los asuntos que le conciernen, único camino que puede evitar una mayor polarización.

Saludo la nueva apertura al debate sano y socialista al que nos convoca el Presidente e invito a todos los revolucionarios y demás cubanos de buena voluntad a participar en el mismo, a fin de hacer prevaler las ideas del socialismo marxista y martiano que necesita nuestro pueblo, en la seguridad de que el Presidente honrará su afirmación: fui elegido para defender el socialismo.

Socialismo por la vida.

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