Opinión Internacional

De Platón a La Elegida

La convocatoria presidencial, al género literario del diálogo, es saludablemente tardía.

De todos modos, las bondades postergadas del diálogo platónico muestran, en el pavoroso desierto de las ideas, la intención de recuperar -después de la equivocación de la derrota-, la iniciativa.

Sin grandes alternativas, la escuela filosófica del kirchnerismo, que se extingue, dilata la ceremonia socrática de la cicuta institucional.

La actualidad del gobierno de La Elegida se encuentra surcada, infortunadamente, por la conjunción dialéctica del patetismo, el fracaso y la incertidumbre.

Prisionero de la falta de credibilidad, que le despoja el camino de la confianza.

Con una fragilidad estremecedora, que induce a la ligereza de la burla cruel.

Congelado, en el freezer, por la parálisis de la administración del Estado. Donde no se mueve un expediente a la firma.

En el marco -lo peor- de la economía invariablemente estancada.

Con una sociedad en estado de plancha espiritual. En el invernadero del alma, que hubiera inspirado a Anaximandro. Sin la mínima audacia inversora. Sin riesgos superiores a la adquisición de los caramelos Refresco.

Protagonista principal, la sociedad, como consecuencia del cóctel, de la fuga espantosa de capitales. Que asciende, según el Portal, a los “dos millones de dólares por hora”.

Dos mil millones de glucolines verdes por mes. Sesenta y dos garrotes glucolineros por día.

La inmortalidad
La antología de catástrofes quiebra la inmortalidad de los dioses.

Justifica que, por lo menos, merezca la aprobación general el llamado de La Elegida. Hacia el diálogo platónico.

Aunque El Elegidor, sigilosamente, se entrene para estructurar, en la primera de cambio, otro corte de manga. Menos platónico. Con tendencias inspiradas en los cínicos griegos. Como Onesicrito de Astipalea, alias Zannini, o Antístenes, alias Scoccimarro.

Bienvenido el Diálogo aunque sea trucho. Saludablemente, tardío. Y aún ningún cínico, siquiera, tenga en claro para qué demonios se los convoca. Ni con quién. Chupetines de madera.

Platón planteaba, por lo menos, la inmortalidad del alma. Un tema denso. Discurría acerca de la actitud a tomar ante la certeza irreparable de la muerte.

Sin embargo, el intento de La Elegida, bastante rescatable, consiste en salir del encierro.

Del laberinto, en que la depositó, irresponsablemente, El Elegidor.

Con el cuento aristotélico de encarar la reforma política, en el medio de la nada. Es piadosamente auspicioso.

Metafísica
A través del diálogo kirchnerista, se percibe el maligno intento de entretener, con los caramelos de madera -ligeramente espolvoreados con azúcar impalpable- a la fragmentada oposición.

A los habitantes de las veredas de enfrente. Los que tampoco tienen, en el fondo, absolutamente nada para ofrecer. Ni proponer. Más allá de emitir alguna declaración pomposamente efectista.

Conste que la oposición, casi inubicable, también prefiere atenerse a las inconveniencias de la espera.

Con el objetivo del desgaste superior, de quienes gobiernan.

El caramelo espolvoreado del diálogo sirve, además, para entretener las encías de los desorientados dirigentes empresariales.

Los que, necesitados de un eje, quieren oscilar alrededor de algo. Ya que se encuentran, los pobres, incapacitados de generar un eje propio. Como para hacer girar alguna perinola.

Tampoco los empresarios tienen claro, igual que el gobierno -junto a los opositores-, cómo situarse en la nadería metafísica que los envuelve.

Aquí influye más Heiddeger, al respecto, que Platón.

El tiempo
Cuesta entender que Kirchner, en su debacle, mientras besa rencorosamente la lona, aún marque la agenda.

¿Qué hacer sin Kirchner?, se hubiera preguntado Platón, en los inicios del Veintiuno, en La República degradada.

Nada somos sin Kirchner.

Kirchner brinda, al menos, cierta identidad. La dimensión de la propia mediocridad. La posibilidad de ponerse contra Kirchner.

Por lo tanto hoy Kirchner se aferra a la estrategia misericordiosa de ganar tiempo. Que significa, en realidad, perderlo.

El tema transversal del tiempo podría figurar en la agenda del diálogo eterno.

Espejismos
Mientras tanto, Kirchner se recompone de la equivocación de la derrota. Prepara el altivo espejismo de la neotransversalidad.

Es el sentido estricto del mensaje de Parque Lezama, en la primera salida que lo acerca a Ernesto Sábato. Al amparo del choripanerismo cultural de Carta Abierta.

Son los Pensadores que no le aportan votos. Pero le aportan versos.

Y pronto, probablemente, hasta algún ministro de Educación. Como Forster. Es el inspirado locutor del Canal Encuentro. O sea la “caja”.

La Caja del Encuentro que merece un despacho especial.

La predilección por el espejismo de Carta Abierta se impone como una manera de alejarse de la confabulación de los traidores. Como los califican, en el acosado kirchnerismo que se extingue, a los minigobernadores del conurbano.

Cerca de tanta miseria y lejos de los círculos del Dante.

Minigobernadores justicialistas que tampoco saben cómo pararse en el esquema, repentinamente dialoguista. Aunque resguardaron, al menos, “la suya”. El dominio de los territorios del Peloponeso de Buenos Aires. Para ofrecerlo, en todo caso, a De Narváez, el Caudillo Popular.

A Reutemann, si se atreve, merced al impulso de Verónica.

Incluso, a Solá, la reencarnación de Alcibiades.

De últimas, si pone suficientes glucolines verdes, hasta pueden hacerse berlusconianos. Y atenderlo a Caselli. El Cacho.

El Premier Aníbal
A dos semanas del error de la derrota, lo más gratificante, para el kirchnerismo, fue la organización del juramento. Para La Elegida, el juramento resultó más emotivo que la epopeya democratizadora en la América Central.

La perspectiva favorable radica en que Aníbal Fernández, en adelante El Premier, se ponga el gobierno al hombro. Y a partir del próximo juramento, en las áreas de la Educación y la Defensa, salga a encandilar. Con las luces de colores de su verba. Y con el bigote radiante.

A esta altura, al Premier le será casi improbable evitar el desembarco, en Educación, del Locutor de la Carta Abierta. En desmedro del Tedesco, que nunca pudo lucir el erudito conocimiento en las educaciones comparadas, que tanto fatigó en Ginebra.

En Defensa, en cambio, al Premier le va a costar el mantenimiento de la convivencia con la señora Ministro Garré. A la que todos llaman, con desmesurada discriminación, La G.

O La Jaqueadora. Sobre todo desde que sorprendieron al General Montero, en plena tarea informáticamente reacomodaticia, con quien podría haber sido el sucesor de La G. El Premier.

Al cierre de esta crónica, el Premier, según nuestras Gargantas, podrá preferir, mil veces, la continuidad de la Ministro Garré. A juzgar por la magnitud de los eventuales sucesores que La Elegida baraja. Y que se preparan para jurar, con el beneplácito de Kirchner. Quien aspira a profundizar el modelo. En el delirio del precipicio, mientras besuquea la lona.

Trátase de Martín Grass, por una parte.

Y de Marcelo Saín, de la Policía Aeroportuaria.

Al Premier también le va a costar, en adelante, el tendido de líneas platónicas de diálogo.

Sin ir más lejos, con La Pirucha. Como El Premier llamó a la señora Carrió.

Porque está “pirucha”, sin “los patitos en fila”.

O también con los “dos vagonetas”, según El Premier. Como los califica a Macri y De Narváez. Los que viven “del padre y del abuelo”, respectivamente.

O con Cobos, que forma parte del propio cuerpo enfermo. Al Cobos que degradaron, unánimemente, con el concepto despreciable que debe compartir con los minigobernadores del conurbano.

Cuesta imaginar las ceremonias del diálogo. Sin colocar, en la mesa dilatadamente eventual, ninguna de las cuestiones fundamentales que garantizan el funcionamiento del gobierno.

La emergencia económica, los superpoderes, el Indec, la coparticipación.

Con la inmortalidad del alma, con la celebración de Eros, los diálogos de Platón son aún infinitamente más atractivos que la vaga convocatoria de La Elegida. Para discutir la “reforma política”. Y resultan más nutritivos, en definitiva, que los caramelos de madera, que los Kirchner distribuyen para “el amplio diálogo”.

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