El via crucis del referéndum revocatorio
No se trata de las 14 estaciones de la Pasión de Jesús Cristo, sino del calvario a que nos han sometido la perversidad y la alevosía de un régimen político que desconoce impúdicamente lo dispuesto en la propia Constitución Bolivariana de Venezuela, que en su artículo 72 establece que todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables.
Las trabas, requisitos previamente inexistentes, distribución inequitativa e insuficientes de los lugares en los que se puede revalidar las firmas, presiones psicológicas a través de declaraciones públicas de funcionarios del Estado diciendo que no habrá revocatorio en 2016, como si eso fuese una concesión gratuita del gobierno, y de lograrse qué pretenderán imponer para, como de lugar, impedir que se aplique la disposición constitucional que permite a la mayoría revocar el mandato del Presidente de la República dentro de los lapsos previstos en nuestra Carta Magna.
A los socialistas del siglo XXI les encanta emular el grito de guerra de los republicanos en la guerra civil española: «No pasarán», pero en esa ocasión la lucha era, en fin de cuentas, entre dos totalitarismos, el soviético y el fascista, y, de pasó también, el totalitarismo alemán, y el único que ponía la carne de cañón era el pueblo español.
Aquí los que quieren pasar son la inmensa mayoría de los venezolanos que están cansados de tantas palabrería vana, de tanta corrupción, de tanta destrucción y de tanta ineptitud, y quieren avanzar hacia un mejor país en el que predomine la tolerancia, la prosperidad y la inclusión y en el que los venezolanos dejemos de ser enemigos y volvamos a ser hermanos que luchemos juntos por la paz y por hacer de Venezuela el mejor país posible y en el que todos podamos soñar en un mejor futuro.
Hagan lo que hagan, inventen lo que inventen, griten hasta desgañitarse, pero nada ni nadie detendrá la voluntad y el espíritu democrático del pueblo venezolano.
