¡Dónde está mi voto?
Lo que está ocurriendo en Irán tiene una honda significación. Cientos de miles (hay quienes hablan de millones) de manifestantes inundaron las calles de Teherán como un río humano, en su mayoría jóvenes y mujeres, vestidos de verde y de que simbolizaban un desafío al régimen y una expresión de duelo por las víctimas de la represión.
La protesta comenzó con el rechazo a la manipulación de los resultados de la elección presidencial y como manifestación de apoyo al líder de la oposición Hosseín Mousavi con pancartas y consignas que clamaban ¿DONDE ESTÁ MI VOTO?
Pero lo que originalmente fue una protesta por el fraude electoral, gradualmente se ha transformado en un desafío sin precedentes a la dirigencia clerical y presagia cambios profundos en la orientación del régimen teocrático que impera en ese país. Ante la cruel represión de los agentes del régimen los manifestantes subieron a los techo de las viviendas y de los edificios para gritar “¡Allahu akbar!” (Dios es grande), gesto que tiene un significado simbólico muy importante porque esa misma forma de protesta la utilizó el ayatolá Jomeini para aglutinar la unidad que derrotó al Shah en 1979.
Durante las marchas y desde los techos se han voceado también consignas que van más allá de la protesta por el fraude electoral. Se han escuchado gritos que califican de dictador al presidente Mahmoud Ahmadinejad y expresan severas críticas al “Líder Supremo” Alí Jamenei quien dijo que la reelección de Ahmadinejad es una decisión divina, una expresión de la voluntad de Dios y advirtió que las manifestaciones serían reprimidas severamente. Los medios citan también otros lemas contra Ahmadinejad y Jamenei que me abstengo de reproducir aquí porque, como están las cosas en nuestro país, me podrían acusar de apoyar el magnicidio.
Todo esto refleja un cambio de la actitud de la población hacia la dirigencia electa y no electa que gobierna en Irán y denota un debilitamiento de las bases del sistema teocrático de gobierno de ese país. Ya se observan indicios de divergencias entre los clérigos que integran el poder religioso. El ex – presidente Jatami está abiertamente al lado del Moussavi. Lo mismo el Gran Ayatolá Montazeri y el vocero del parlamento Alí Larijani. También el ex – presidente Akbar Hashemi Rafsanjani quien es actualmente le Jefe de la Asamblea de Expertos, el órgano que designa al Líder Supremo. La hija de Rafsanjani acaba de ser arrestada por las milicias Basij junto con otros cuatro familiares del ex – presidente Rafsanjani.
Hasta el domingo pasado se habían reportado 19 muertos y más de 100 heridos entre los manifestantes, en su mayoría víctimas de las agresiones de las milicias armadas del gobierno.
Siguiendo el patrón acostumbrado por regímenes de esa calaña, no han faltado las acusaciones que atribuyen esas movilizaciones populares a conspiraciones inspiradas y apoyadas por potencias extranjeros (Estados Unidos, Reino Unido, Francia).
Frente a las medidas del gobierno para impedir la divulgación de información acerca de lo que ocurre en el país han surgido movimientos espontáneos de resistencia que graban en teléfonos celulares escenas de los atropellos de las fuerzas del orden y se las proporcionan a las agencias internacionales de noticias. La red social Twitter ha permitido a los iraníes burlar los controles gubernamentales para mantener a la disidencia interna y a la opinión pública internacional informadas sobre lo que está ocurriendo en ese país. Los medios hablan ya de “la revolución Twitter”.
En una entrevista transmitida por CNN el analista iraní Farid Zakaría aseguró que Irán nunca será lo mismo que antes porque la crisis electoral ha revelado a la población que la autoridad suprema, supuestamente designada por mandatos divinos, en definitiva responde a mezquinos intereses terrenales que nada tienen que ver con la voluntad de Alá.
Al observar lo que ocurre en Irán resulta inevitable pensar en nuestro propio país y decir: cuando veas las barbas de tu aliado ardiendo, pon las tuyas en remojo. Los iraníes han dado un ejemplo digno de cómo defender el voto.
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