Cuba y la OEA
La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, reunida en San Pedro Sula, Honduras, dejó sin efecto la resolución de la OEA adoptada el 31 de enero de 1962, mediante la cual se excluyó al gobierno de Cuba del Sistema Interamericano, por haberse alineado con el “bloque comunista”. La Asamblea también resolvió que “la participación de Cuba en la OEA será el resultado de un proceso de diálogo iniciado a solicitud del Gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA.”. El “bloque comunista”, durante los años ‘60, llegó a dominar, sin exagerar, “medio mundo”, desde Corea del Norte hasta Alemania Oriental, pasando por China y la URSS, China se separó de la alianza sino-soviética, en 1969, a raíz del enfrentamiento armado con la URSS en el Rio Ussuri. Con los acuerdos Kissinger – Chou En lai, en los primeros ’70, y la “revolución capitalista” de Deng Hsiao Ping, a partir de 1978, China modificó su sistema de alianzas y su economía. Finalmente, con el derrumbe de la URSS y sus satélites, el “bloque comunista” pasó a la historia. Por tanto, era evidente que la resolución de 1962 contra el gobierno de Cuba era un anacronismo histórico. La resolución de San Pedro Sula fue aprobada, por unanimidad, pero se supo que, hasta el último momento, fue obstruida por cuatro países, miembros del ALBA: Venezuela, Nicaragua, Honduras y Bolivia, que preferían no incluir la mención “de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA.” En efecto, eso implica que el gobierno cubano, para reintegrarse a la OEA, debería aceptar e implementar, entre otros acuerdos, la Carta Democrática Interamericana. Es interesante notar que los dos miembros caribeños del ALBA, Dominica y San Vicente y la Granadinas, no siguieron las instrucciones de Chávez sino se alinearon con la posición de CARICOM y la mayoría de la OEA. También Ecuador, Paraguay y El Salvador, siguiendo a Brasil, no apoyaron a la “banda de los cuatro”. La OEA, como toda organización intergubernamental es lo que sus miembros quieren que sea. En otra época fueron miembros de la OEA, Duvalier, Somoza, Stroessner, Pinochet, Velasco Alvarado y Videla entre muchos otros dictadores, sin embargo, después de la Carta Democrática Interamericana ( 2001), una dictadura comunista, no podría, sin alcanzar el colmo del cinismo (lo cual siempre es posible entre gobiernos “poco serios”, especialmente en el “trópico”), reintegrarse a la OEA, sin cambiar de forma relevante la naturaleza de su sistema político. El mismo día en el cual fue aprobada la resolución de San Pedro Sula, Fidel Castro reiteró en un artículo del Granma, que Cuba no está interesada en reingresar a la OEA, calificada por Fidel, como el Ministerio de las Colonias de los Estados Unidos. En vida de Fidel, de quien Mario Soares, ex Primer Ministro de Portugal, dijo una vez, que era como “el dinosaurio, respetable y hasta venerable, como ser prehistórico”, será relativamente difícil que Cuba ingrese formalmente a la OEA. No obstante, el fracaso socio-económico, cada día más evidente en la isla, obligada a racionar la energía eléctrica, aún con el subsidio venezolano, que ya ha alcanzado los niveles del soviético (4500 millones de US dólares) está favoreciendo el proceso gradual de cambios iniciado por Raúl. La “pelota” está en la “cancha” de Cuba