Cuba, la OEA y la retroizquierda
Cuba nunca ha estado fuera de la OEA, quien ha estado fuera de la organización regional ha sido el gobierno de los Castro, y seguramente seguirá afuera.
En una decisión “gatopardiana”, los gobiernos de la región lograron aprobar, este 4 de junio, una resolución cuyo primer párrafo dejó sin efecto la resolución del año 62, que excluyó al gobierno cubano de la OEA. Esto hizo que la retroizquierda latinoamericana gritara ¡victoria! desde la Habana hasta Caracas. Sin embargo, el segundo y último párrafo resolutivo, permitió que la victoria fuera reclamada en otra parte. Hillary Clinton, dijo «estoy satisfecha de que al final todos acordaran que Cuba simplemente no puede retomar su silla sin condiciones”.
Este segundo párrafo establece dos condiciones para que el regreso del gobierno de los Castro. Primero, que sean ellos los que soliciten su reingreso- asunto al que se niegan- y segundo que esto deberá ser producto de “un proceso de diálogo” y que su participación se tiene que darse en “conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA”, elementos que fueron recordados en los considerandos de la resolución aprobada por consenso, es decir, los “instrumentos fundamentales relacionados con la seguridad, la democracia, la autodeterminación, la no intervención, los derechos humanos y el desarrollo”.
Si bien la retroizquierda continental representada por los gobiernos del ALBA, logró abrir la puerta, sin un mea culpa previo, sin duda los Castro tendrán que ceder mucho para entrar. Ahora está en ellos entrar o no entrar. Como se dice, la pelota está de su lado de la cancha. Ya la culpa no es del imperialismo, ni de la Cuarta República sino de ellos.
La nueva situación revelará algo que habíamos apuntado, que si bien con el fin de la guerra fría se había acabado parte de la justificación de la resolución de 1962, el otro lado de la ecuación, es decir, el gobierno de los Castro sigue allí. Incólumes ante el tiempo, con los mismos objetivos y métodos, con sus ansias expansionistas e intervencionistas y más aún, asunto que no se trataba entonces, con un cerro de condenas por las violaciones de derechos humanos, amén de su indolencia por la democracia y las libertades fundamentales de su pueblo.
Los Castros siguen fuera de la OEA, pero ahora la retroizquierda no tiene banderas que agitar. Felicitaciones a los diplomáticos democráticos que lograron “cambiar las cosas para que las cosas no cambien”. Si los Castro quieren entrar, serán ellos los que tendrán que cambiar