La hora de Churchill
Avergüenza que haya sido una pequeña nación centroamericana la que haya tenido la lucidez y el coraje de ponerle el cascabel al gato: frenar en seco al neo imperialismo bolivariano y defender, reafirmándolas en su prístina vigencia, sus libertades constitucionales. Lo ha hecho a pesar de los donativos, la compra de conciencia, las amenazas y el chantaje del teniente coronel y sus secuaces parlanchines. Escudados todos ellos tras la figura de un venezolano fabulador y verborreico, montado en una montaña de barriles de petróleo, que avergüenza al gentilicio y ofende la memoria de nuestros fundadores.
Se precisa coraje e integridad moral para enfrentar la cayapa. Se requiere dignidad y patriotismo para alzarse contra la internacional del atropello, del abuso y la indignidad. Se requiere grandeza para enfrentar a un Raúl Castro que tiene el tupé de exigir un bloqueo a la pequeña nación centroamericana. Y lo que es más insólito, incluso absurdo: ¡en nombre de la democracia! Más aún: la decisión de erigirse en numantino ejemplo ante la absoluta y estúpida incomprensión del mundo entero, que desde Obama hasta Cristina Fernández, pasando por todos los gobiernos latinoamericanos aparecen aliados con lo peor y más nefasto de nuestro zarrapastroso totalitarismo: Raúl Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales. Pistoleros a la vanguardia de la OEA.
Resulta insólito, por decir lo menos, que en el mismo momento en que desde lo más profundo de nuestras tradiciones libertarias se alza el reclamo contra los desmanes del neo totalitarismo castro-chavista – allí están los resultados de las elecciones argentinas, allí el resultados de las elecciones en Panamá, allí estarán las de Chile, Brasil y Uruguay reafirmando el giro de la región hacia nuevas perspectivas políticas – , las democracias regionales se dejen chantajear y presionar por quienes usan las instituciones como en su tiempo el nazismo. Escuchemos a Joseph Goebbels: “Vamos al parlamento alemán para derrotar desde dentro y con sus propias armas a la democracia de Weimar que lo sustenta”.
Chávez lo ha hecho paso a paso, incluso con el concurso de las propias instituciones del Estado venezolano. Imposible olvidar que desde la Corte Suprema de Justicia hasta el Parlamento, contando además con una aprobación mayoritaria de una ciudadanía embriagada de insensatez y estulticia, pudo el ex teniente coronel golpista ir desmontando paso a paso la institucionalidad democrática hasta vaciarla de todo contenido, como quien vacía sus bolsillos. Ha sido un asalto sistemático y brutal a las bases de nuestro sistema de convivencia democrática. Nadie ha dicho nada.
Y continúa siéndolo. Pues Chávez no logró aplastar la vocación democrática de nuestro país. La escandalera montada por los matones bolivarianos con la asistencia del inefable José Miguel Insulza y el auxilio de los gobiernos de la región ante la decisión de la institucionalidad democrática hondureña pasa por bajo cuerda que el Alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, ha sido literalmente asaltado y despojado de su poder, habiendo sido electo el 23 de noviembre pasado con una votación casi idéntica a la de Manuel Zelaya. Porcentualmente mayor y más contundente incluso. No estaba al fin de su mandato ni pretendía alterar el estado de derecho: comenzaba su gestión atendiendo exitosamente al reclamo de ochocientos mil electores. Miles y miles de trabajadores de la Alcaldía han sido despojados de sus salarios por un virtual golpe de estado seudo legal. Infinitamente más grave que lo acontecido a Zelaya, quien montaba un golpe de Estado contra el estado de derecho imperante en su país cuando ya estaba de salida. Lo sabe Insulza, lo sabe la OEA, lo sabe el Departamento de Estado. Los saben todos los gobiernos de la región. Se hacen los pendejos. Nadie dice nada. Como diría Quevedo: «poderoso caballero es Don Dinero».
Vivimos una situación semejante, guardando las debidas distancias y proporciones, a la que viviera Europa cuando el asalto de Hitler a las instituciones alemanas y el zarpazo a sus vecinos. ¿Es Obama comparable a Chamberlain, el canciller inglés que prefería bajar la cabeza ante el tirano austro-alemán? ¿Juegan los vecinos centroamericanos, incluido México, el lamentable papel que en su momento desempeñaran las democracias europeas siguiendo la traición de Vichy?
Un pequeño y altivo país decidió no esperar un minuto más poniéndole el cascabel al gato. Es aleccionador para quienes sufrimos del inmisericorde asalto del totalitarismo castro chavista ante la complicidad de la OEA y su secretario general. Es la hora de pensar en mayúsculas y, si preciso, convocar los espíritus a una gran cruzada para ponerle fin a tanto atropello. Es la hora de Churchill.