Chile: ¿El regreso a la era pre-Bielsa?
Es posible jugar sin un 10, pero de acuerdo a los esquemas impuestos por Bielsa y Sampaoli, no se puede.
No se puede porque, o los mediocampistas se agotan en subir y bajar o los delanteros al bajar demasiado a buscar pelota pierden fuelle para llegar al arco rival. Si falla un mediocampista -esta vez falló Aránguiz- Vidal tiene que bajar mucho, cansarse demasiado y por lo mismo, cometer faltas inútiles- en lugar de acompañar a sus delanteros.
No es que el 10 deba ser un superhombre. Basta que la pare y la entregue con tino al mejor ubicado, aunque sea hacia el lado. Lo importante es que controle el ritmo de juego. ¿Tiene Chile ese 10? Lo tenía. Iba a ser el Mati Fernández. Pizzi no llamó a Valdivia, tal vez por asuntos disciplinarios más que futbolísticos, confiando en el 10 muy bueno que tenía. Pero Mati se lesionó y Pizzi no llamó a ningún otro. Ese fue un gran error. Siempre se necesitan dos para un puesto. El hecho es que Chile llegó a disputar el campeonato sin el número clave de su once, el 10.
Edson Puch es todavía una incógnita. Pablo Hernández podría ser probado, quien sabe. Al menos domina bien la contención y la salida.
Hay, además, un segundo punto. Está en la defensa. Jara merece un descanso. No es ni stopper ni líbero y quiere ser las dos cosas a la vez. Roco al lado de Medel pondría orden y por su altura, cierto respeto. Mandar a Medel al medio contra Bolivia, ubicando al Gato Silva como defensa central tampoco sería una decisión desacertada.
En la delantera Vargas no está aportando demasiado. No es fino con la pelota, no sabe jugar cortito en el área chica y le falta el poeta de su inspiración: Sampaoli. Una delantera Sánchez – Castillo (o Pinilla) y Orellana sería interesante, aunque eso signifique sacrificar a un lateral-puntero.
Pero más que un problema de nombres es un problema de disposición.¿Están todos dispuestos a cubrir los espacios vacíos con fuerza y corazón? Esa con-ciencia que impuso Bielsa, la misma que perfeccionó Sampaoli con cierta ciencia, la de jugar lo mejor posible apretando el acelerador a fondo, solo asomó por ratos frente al muy ordenado equipo argentino. Si ese estilo no es recuperable, estaríamos regresando a la era pre-Bielsa. A ese tiempo gris cuando hasta nuestros más grandes jugadores sentían miedo a ganar.