Por debajo de Haití
En estos 17 años, Venezuela ha venido perdiendo rango e influencia en América Latina. Nuestro orgullo nacional se resiente cuando Amnistía Internacional nos coloca por debajo de Haití, cuya ruinosa situación viene conmoviendo al mundo desde hace muchos años.
El gobierno pretende descalificar estos señalamientos tildándolos de “injerencistas”. Aunque la propaganda oficial es saturante, sólo los fanáticos le dan crédito a esa evasión de la realidad. Es suficiente leer y escuchar las denuncias y quejas que a diario recogen los medios de comunicación no oficialistas para darse cuenta de que Amnistía Internacional tiene razón.
“Pacientes del Hospital Vargas deben comprar hasta el agua”, “médicos y enfermeras hacen colectas para darle comida a los pacientes”, “la falta de comida llegó a los asilos”, “enfermos de los hospitales se van a su casa para no pasar hambre”. Títulos como estos aparecen constantemente en los diarios, a pesar de la auto censura. Por contraste, léase esta información reciente “Venezuela gastó 162 millones de dólares en armamentos en 2015”, aparte de los 26 millones de dólares gastados en el ridículo ejercicio cívico-militar reciente.
Maduro y su gobierno, en 3 años, no han desarrollado políticas para enfrentar e ir mitigando esta situación de crisis. Maduro no ha sido capaz de procurarse asesoría económica solvente, se ha empeñado en mantener al pueblo en un racionamiento de facto, para sobrevivir; como en Cuba, donde la gente sólo tiene tiempo para sobrevivir a base de un racionamiento precario, sin que le quede ánimos ni voluntad para luchar por un cambio político. Viene a la memoria aquel desliz del joven y belicoso diputado chavista Héctor Rodríguez, quien en programa de televisión expresó que a los pobres había que ayudarlos, pero no mucho, pues se convertían en “escuálidos” (está grabado).
La ruina económica está acompañada de acentuada degradación del sistema político. Tuvimos 40 años de democracia con la alternancia de partidos en el poder, con arraigo popular sólido, que nos permitió derrotar la subversión armada con varios frentes guerrilleros simultáneos, financiada y asesorada por Fidel Castro. Gracias a la alternancia democrática, Chávez fue electo Presidente de la República por 5 años; pero, manipulando al pueblo, se mantuvo en el poder hasta su muerte en el 2012, cuando lo sucedió el escogido a dedo Nicolás Maduro, quien manteniendo la fachada democrática implantó una dictadura totalitaria que se mantiene hasta el presente.
En esta prolongada situación de ruina nacional, es inexplicable que el gobierno se sostenga. Venezuela, por obra y gracia de Chávez y Maduro, no sólo ha bajado de categoría como país económicamente próspero, gracias a sus riquezas petroleras y al manejo eficiente de la vieja PDVSA, también ha bajado de categoría políticamente. No hay que olvidar que la oposición democrática ganó las elecciones del 6D por paliza (112 a 55 diputados), y esta voluntad popular no se respeta.
Hemos visto que en los últimos tiempos se han realizado elecciones en diversos países. En Argentina, Macri derrotó la aspiración reeleccionista de Cristina Kirchner. En Guatemala se impuso el candidato opositor que hoy es presidente de aquel país. En Brasil, como expresión máxima de estabilidad democrática, la reelecta presidenta Dilma Rousseff fue separada de su cargo mientras se adelanta un juicio de corrupción contra ella. Y ahora estamos viendo en el Perú una elección presidencial con final de fotografía. En todos estos casos, no ha habido golpes ni amenazas de golpe, los militares han permanecido disciplinadamente en sus cuarteles. ¿Por qué los militares venezolanos no siguen el ejemplo de esos países mencionados?