Opinión Internacional

Insulza logró consenso para cerrar la OEA

Aunque la OEA está dividida en tres bloques la habilidad del Secretario General de la organización, José Miguél Insulza, parece haber logrado consenso en torno al cierre de la organización. Su perseverancia ha dado frutos: el bloque de déspotas y aspirantes a caudillos, constituído por Hugo Chávez, Evo Morales, Daniél Ortega y sus mini-satélites Rafaél Correa, Manuél Zelaya y Fernando Lugo, quieren terminar “con ese mamotreto”.

El bloque de países democráticos, Perú, Chile, Colombia, Uruguay, Costa Rica, Brasil u otros, no le ven mayor utilidad al mamotreto. Los países ni-ni, como Argentina, Guatemala y, temporalmente, El Salvador, no pueden sacarle provecho alguno al mamotreto. La manzana de la discordia, Cuba, no quiere verla ni en pintura y Castro le dedica sus mayores insultos a la organización y a su líder, a pesar de que el bululú se ha formado, precisamente, por la estúpida obsesión de Insulza de hacerla reingresar a la OEA.

Manuél Zelaya, quien tiene plomo en el ala por estar acusado de corrupción, va más allá, al decir que los países deben “pedirle disculpas a Cuba por haberla sacado de la OEA”, olvidando que la expulsión de ese país se debió a los intentos de Castro por invadir y subvertir el gobierno democrático de Venezuela. Lo mismo dice el patético Rafaél Correa, quien también le está pidiendo miles de millones de dólares al mundo para no contaminar con actividad petrolera una área selvática protegida, un claro caso de extorsión.

Insulza ha llegado al ridículo de insistir en el re-ingreso de Cuba, a pesar de los insultos de Castro en su contra. Por su parte, los Estados Unidos ve con cierto alivio la posible clausura del organismo, y con razón. Paga más de la mitad de los costos de operación del mamotreto para que sea utilizado en su contra.

Insulza ha dicho que si la OEA desaparece habría que re-inventarla. No es pequeña cosa esa que ha logrado Insulza, presidir una organización moribunda, sabiendo que la agonía se debe, en gran parte, a sus esfuerzos. Con un cinismo y una torpeza increíbles Insulza ha cerrado los ojos a la violaciones del chavismo a la Carta Democrática Interamericana, ha negado, a pesar de la evidencia, el alineamiento de Chávez con la FARC y ha encajonado a la organización en un curso absurdo de acción, tratar de decidir sobre un asunto que ni tiene importancia, que ni a la misma Cuba le interesa y que viola sus propias reglas. Como resultado, la OEA es hoy un organismo vacío de contenido y de propósito, lleno de embajadores mediocres que hacen del silencio una forma de vida. Muchos de los gobiernos de los países miembros están obsesionados por el odio contra los gobiernos de otros países miembros y el odio no puede ser el cemento de una organización.

La OEA no juega ya papel alguno en el hemisferio. Tampoco, por cierto, lo jugaría UNASUR, una OEA sin USA y sin Canadá (y sin el Caribe y Centro América), es decir, un arroz con pollo sin pollo.

Es hora de sincerar la situación política del hemisferio. Vivir una mentira no puede ser solución de estadistas. Es la solución de parásitos resentidos y mediocres aferrados a un cómodo estilo de vida.

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