Una marea roja cubre Francia
En medio de la crisis abstencionista provocada por los “Ni-Ni” franceses, cercana al 50%, la izquierda barrió a la derecha en 21 de las 22 regiones el domingo pasado. Los analistas coinciden en que fue un “voto castigo” contra el Presidente Sarkozy.
La fusión del Partido Socialista (PS), Europa Ecología (EE) y el Frente de Izquierda (Partido Comunista y otros grupos), obtuvieron el 54,3%, mientras que el partido de gobierno Unión para un Movimiento Popular (UMP, de derecha) obtuvo el 36,1% de los votos. El Frente Nacional (FN, de extrema derecha) obtuvo a nivel nacional el 8,7% de los votos, con un ascenso de su líder Jean Marie Le Pen quien obtuvo 24% de los votos en su región.
Muchos franceses señalan al presidente Sarkozy como la causa de la derrota, su caída en popularidad de los últimos meses (36%) y su excesiva exposición mediática pese a lo primero, acrecentaron la crisis del UMP. Sarkozy se engolosinó con un liderazgo mediático y superficial sin contacto popular, cosa que muchos lideres políticos no han entendido aún.
En cuanto a los ecologistas, liderados por Daniel Cohn-Bendit, su unión pragmática con el PS no augura un crucero de placer, pues Martine Aubry, la Primer Secretaria del PS y el Partido Comunista con quienes tendrá que compartir la cama, no son huesos fáciles de roer.
Hay cuatro ganadores en este nuevo “bullpen” previo a las presidenciales. Obviamente, Martine Aubry, quien promete lo obvio, dedicarse al trabajo en las regiones coco a codo con los ciudadanos. Francois Fillon, el Primer Ministro que acusó el golpe y declaró la necesidad de un cambio de rumbo en la política del partido, continuando con las reformas que su gobierno propone a la nación. Fillon supera a Sarkozy en las encuestas sobre preferencias de liderazgo, 43 % contra 29%, perfilándose así como el próximo presidenciable del UMP, ya que es percibido por la gente como inteligente, racional, equilibrada y capaz de dialogar.
El otro ganador es Cohn-Bendit, el eurodiputado que tratará de convertir a Europa Ecología (EE) en una “gran fuerza” diferenciadora dentro de la izquierda. Pero en este río revuelto, el que se perfila como el gran pescador es Dominique de Villepin, quien no solo salió airoso de los recientes ataques y maniobras judiciales que Sarkozy emprendió en su contra sino con mayor popularidad que su acusador, espera capitalizar el descontento popular con la creación de un “movimiento al servicio de los franceses”, será el portavoz de una gran masa que espera respuestas concretas a sus preocupaciones pero que no se identifica ni con la izquierda ni con la derecha.
Según Luc Borot (LeMonde, 15.03.2010), la abstención y la radicalización son dos peligros inminentes en Francia ya que están convergiendo en forma acelerada. El desafecto por la participación y la apuesta de grupos extremistas a rehabilitar las figuras de la violencia y la anarquía también han hecho su aparición en el panorama político. La influencia creciente de escritos como “La insurrección que viene” (L’Insurrection qui vient) un controvertido manifiesto publicado en 2007 y redactado por un “Comité Invisible”, de autores anónimos aunque de sospechados “ventrílocuos”, habla de que “el silencio de los abstencionistas tiene mas valor y sabiduría que todas las declaraciones de nuestros políticos”. El libelo aboga por “la lucha revolucionaria basada en la formación de comunas y la preparación subterránea de grupos de insurrectos que aparecerán en momentos críticos para aniquilar a las fuerzas del orden y bloquear la economía”. En dos palabras, sembrar el caos. Los violentos disturbios en los suburbios de Paris en el año 2005 y 2006, donde los manifestantes no clamaban por nada en particular, solo expresaban su resentimiento quemando cientos de vehículos y destruyendo bienes públicos, nos habla de que existen minorías que se encuentra al margen del progreso social, del consenso de valores ciudadanos y mas aun, alejados de un ideal democrático, en especial preocupa el creciente nihilismo de muchos jóvenes. Allí es a donde apuntan los mensajes de algunos de estos grupos extremistas, ante la indiferencia de muchos políticos.
Las mayorías silenciosas parecieran estarse ubicando en el centro del espectro, esperando por respuestas coherentes no por slogans ni frases fabricadas. Enamorar a los desencantados de la política, buscando su participación con más ideas y menos ideología, he ahí el trabajo por hacer, pues el fantasma del “que se vayan todos” anda rondando por los escenarios políticos de Francia y otros países.