¡Qué confusión!
Ayer, cuando me acercaba al mostrador de una TRD, Tienda de Recuperación de Divisas, perteneciente al sistema mercantil en moneda convertible de las FAR, a donde hay que “morir” para comprar detergente, la dependiente exclamaba: ¡qué ganas tengo de que llegue el capitalismo!
-¿Por qué dice eso compañera?, me aventuré.
-Porque aquí no respetan ni el horario de almuerzo del trabajador ni le pagan lo que debieran, responde sin ambages.
-Bueno compañera, le digo, el capitalismo privado querrá decir Usted, porque capitalismo tenemos, pero de estado. El socialismo no lo hemos construido todavía, es un camino por recorrer, debemos ir avanzando hacia la socialización, en la participación directa de los trabajadores en la dirección y gestión de las entidades de producción y servicios, en la propiedad o el usufructo de los medios de producción y en los resultados concretos (las utilidades) que se obtengan en cada centro.
-Mire compañero -me responde enfática- no trate de tupirme, llevo muchos años de dirigente sindical y se muy bien que esto es socialismo.
Me dio el paquete de detergente, le pagué los 50 centavos de CUC que vale “El Paloma” de 250 gramos y pensé entablar un diálogo con ella, pero por la cara ya tan descompuesta que tenía, preferí dejarlo para otra ocasión y sólo desearle que pasara un buen día, algo que ni me agradeció.
Cuando llegué a mi casa, no pude resistir la tentación de escribir esta anécdota que ilustra en buena medida el gran desconcierto que existe entre muchos trabajadores cubanos en relación con “este socialismo” y a dónde nos está conduciendo. ¡Qué clase de confusión!
No es la primera vez que oigo algo semejante. Lo que me llama la atención ahora es que esa asalariada expresara tan abiertamente su criterio y lo hiciera con tanta convicción, además desde una posición supuestamente “revolucionaria” para ella: “No trate de tupirme, llevo muchos años de dirigente sindical”. Si este va siendo el pensamiento predominante entre los dirigentes de base del movimiento obrero oficial, estamos literalmente “fritos y empaquetados”.
Hechos como este, hacen recordar que fue precisamente el rechazo de los trabajadores y el pueblo a la noción de “socialismo” sustentada en la propiedad del estado y el trabajo asalariado, que subordinaba a los intereses del estado centralizado todos los derechos del pueblo, de los colectivos sociales y laborales y de las personas y era incapaz siquiera de pagar por el uso de la fuerza de trabajo salarios que cubrieran las necesidades más básicas y de garantizar la reproducción de cada centro de trabajo, factores fundamentales del estancamiento económico y social, que llevó a los pueblos soviéticos y este-europeos a terminar optando por el retorno al capitalismo clásico privado.
En un artículo reciente escribía que los trabajadora asalariados, eran una clase del capitalismo y que no eran precisamente los llamados a llevar adelante la sociedad socialista, que este papel correspondería a la nueva clases de “trabajadores asociados” que ya no eran obreros asalariados de nadie. Y efectivamente la única clase superviviente del viejo capitalismo que tenemos en Cuba, los asalariados, deben sentir una gran insatisfacción con este capitalismo monopolista de estado que paga menos y quiere pasar por socialismo. Y debe ser precisamente así porque los asalariados que no son “audaces”, como llamó Marx a los que se aventuraban a formar ellos mismos sus cooperativas, lógicamente deben desear la condición privilegiada de los asalariados en el capitalismo privado que abundantemente ven en la televisión cubana con las muchas películas, novelas y series donde se exalta el modo de vida norteamericano, aunque Tele-Sur apenas disponga de una hora diaria en las pantallas cubanas.
A esto conduce el “obrerismo” socialdemócrata, neo-revolucionario, conservador y anti-socialista que caracteriza en verdad el totalitarismo estatal asalariado del neo-estalinismo que preconizaba el viejo y fracasado comunismo del Siglo XX que desgraciadamente sigue predominando en el partido-gobierno-estado cubano.
La perspectiva de que la clase obrera, los asalariados del capitalismo, se conviertan en clase para sí, que pasen a formar la clase de los trabajadores asociados, no solo es rechazada por la actual burocracia cubana que impone como clase dominante su conciencia social, sino que todos sus pasos parecen encaminados en dirección completamente contraria, a convertirse ella de clase buro-burguesa madura en el “socialismo” de estado, en clase capitalista privada, acentuando el carácter asalariado de los trabajadores de “sus” corporaciones.
Al mantener a los trabajadores atados al salario y al obstinarse en alejarlos de la idea de que puedan convertirse en la nueva clase de los trabajadores asociados, formen Consejos Obreros y asuman el control de los medios de producción, y tratar de impedir por todas las vías posibles que los trabajadores se “contaminen” con las ideas del cooperativismo y la autogestión socialistas, haciéndoles creer que este capitalismo de estado ya es socialismo, la dirección actual del Partido Comunista está cavando su propia tumba ante la historia, pues ni el capitalismo de estado “chino” los va a salvar, pues estamos en Cuba a una pocas millas del imperio.
No obstante y a pesar de todos los inconveniente, otros comunistas cubanos, democráticos y anticapitalistas, no organizados independientemente del PCC, ni en el poder, estamos tratando de llevar la revolución por ese camino para evitar el desastre presagiado por Fidel, cuya nariz puede asomarse con la crisis general del capitalismo al que está atado por todos lados el cubano estatal.
Otros compañeros también me han dado su parecer de que la mayoría de los trabajadores que laboran en el sector de divisa, tienen ese mismo punto de vista y ese deseo de la compañera. Es lógico que así sea. En ese sector, mucho más que en el de moneda nacional, los trabajadores están en mejores posibilidades de poder comparar los ingresos de sus entidades con los salarios que reciben y percatarse del alto nivel de explotación al que son sometidos por el estado empleador único.
Por eso en uno y en otro sector, los trabajadores se las ingenian para burlar todos los controles gubernamentales e introducir “ilegalmente” en los mercados productos “autogestionados por ellos mismos”, con lo cual no pocos “audaces” trabajadores están entendiendo en la práctica concreta que ellos mismos son los únicos que pueden liberarse del trabajo asalariado.
Los que siguen insistiendo en todas esas confusiones y desviaciones del marxismo, están haciendo un flaco servicio a la idea socialista, a los trabajadores cubanos y al futuro del proceso revolucionario en nuestro país. Este no-socialismo –entendamos ya- cada vez lo comparten menos personas en Cuba. Si la generación histórica no inicia las transformaciones necesarias antes de que se verifique su total desgaste, será muy difícil a las siguientes generaciones “levantar el muerto”.
Las difíciles circunstancias que nos aguardan por la crisis internacional que ya nos afecta, serían más llevaderas si los “históricos” decidieran compartir el poder con los trabajadores, empezando por darle una mayor participación en la dirección y administración de las entidades de producción y servicios, así como en una parte de las utilidades que hagan a los trabajadores sentirse copartícipes y corresponsables de las decisiones y los problemas.
El VI Congreso del PCC, cuya convocatoria debería realizarse próximamente, para que pueda celebrarse en la fecha anunciada, necesitará presentar claras definiciones al respecto, despejar todas estas confusiones, confrontar las desviaciones en su raíz, echar a un lado la represión y enderezar el rumbo hacia el socialismo revolucionario de Marx, de lo contrario, la restauración plena del capitalismo privado clásico y la reversión de la Revolución de la que habló Fidel en el 2005, solo sería cuestión de tiempo en Cuba, y entonces la dirección histórica, que será la verdadera responsable del desastre, quizás no esté ya para darle el frente al problema y el “muerto y la culpa” los cargarían las generaciones que “vinieron después y no supieron hacer lo correcto”.
Socialismo por la vida.