Ven embajador
Presidente, usted no oye consejo. El sábado el profesor Salguiero le explicó que el procedimiento para nombrar embajadores allá es el mismo que aquí, pero usted considera ‘imposible’ recibir al embajador americano al cual le otorgó ya el ‘placet’.
Los embajadores representan los intereses del Estado que los nombra no los del que los recibe. Los del ‘imperio’ representan al imperio, pero usted quiere que le envíen a un simpatizante de su ‘revolución bonita’ que ellos juzgan feísima.
Ellos no han roto ‘todas las formas diplomáticas’. Usted sí. Eso de ‘Obama, no insistas, te lo pido’, las rompe de modo triple.
Por la forma, que es el medio. Esa petición se hace en privado
por los canales diplomáticos, no por la televisión. Por el fondo, que es la reciprocidad. Si usted va a enviar como embajador suyo ante el imperio un simpatizante suyo, no puede aspirar a que el imperio actúe de otro modo. Por la utilidad, que es la conveniencia. El hombre cuando habló en la Comisión del Senado no mintió, dijo lo que pensaba y piensa y cuando llegue usted y su gobierno sabrán a quien tienen por delante.
No estoy seguro que esta última razón le resulte válida. Hay hábitos que el hombre desarrolla que terminan por convertirse en una segunda naturaleza. Quizá por eso hábito significa no solo la costumbre de hacer algo, sino el traje, es decir, la envoltura.
Hay todavía una cuarta forma que usted rompe. La cortesía. Todas nuestras constituciones hasta la de 1961 decían que no se daría más trato que ‘el de ciudadano y usted’. La de 1999 suprimió el usted. Un gesto de la Asamblea para evitar la violación cotidiana de parte suya, que no parece tener en su vocabulario la palabra ‘usted’.
Imagino que esta razón le resultará menos válida, quizá porque piensa que el trato de usted supone una rebaja ante el interlocutor, que usted rechaza por no ser menos que nadie. Está bien, pero sus interlocutores son jefes de Estado o de Gobierno, reserve el tuteo para cuando esté a solas con ellos.
No tengo la más mínima esperanza de que usted oiga estos consejos. El que no oye consejo no llega a viejo y usted quizá no está interesado en llegar, pero de todos modos llegará. Sin embargo, ese refrán no se refiere a viejo en sentido literal, sino a la sabiduría que acompaña a éste por la experiencia acumulada.
Tampoco aspiro, ni espero que oiga este último consejo y le doy gracias a Dios si así sucede.