Venezuela llega a la Copa América sumergido en un mar de interrogantes
La Vinotinto se prepara para afrontar un gigantesco reto desde este domingo, cuando escuche el pitazo inicial de su primer compromiso en la Copa América Centenario, un torneo especial que contará con la participación inusual de más de una selección de Concacaf y que probará, entre otras cosas, qué tanto puede cambiar el plantel criollo con la llegada de Rafael Dudamel al banquillo.
Tras completar una serie de cuatro amistosos en las que no se pudo alcanzar ni una sola victoria ante escuadras como Galicia (tenía más de un lustro sin jugar como selección) Panamá, Costa Rica y Guatemala, lo único que ha dejado claro el equipo manejado por el ex arquero es un mar de dudas que no han despejado el concepto de una selección con mucho potencial (en cuanto nombres) pero con poco corazón dentro de la cancha.
Tres empates y una derrota han expuesto un panorama frío en las esperanzas del público venezolano con su selección. Si bien los resultados no importan en este tipo de encuentros, puesto que lo que se quiere probar es el funcionamiento del equipo en sí, lo cierto es que el único sabor que ha transmitido este equipo de Dudamel es una selección con sueño, floja para atacar y con las mismas imprecisiones en defensa.
En este último aspecto se ha mostrado una leve mejoría en el equipo, pero cuesta creer que ese orden que tanto se desea se arregle de la noche a la mañana ante escuadras como México y Uruguay, letales en ataque y acostumbradas a ganar en torneos de este estilo.
Rosales y nada más
Durante los cuatro amistosos jugados, lo único que puede sacar Dudamel de conclusión es que, a excepción de Roberto Rosales, toda la zaga Vinotinto puede ser sustituible. No debería ser algo positivo este punto si se tiene en cuenta los rivales a los que se va a enfrentar en la Copa, pero lo cierto del caso es que Venezuela tiene unas lagunas en los otros tres puestos de la defensa que tarde o temprano terminarán dejándola expuesta.
Oswaldo Vizcarrondo, José Manuel Velázquez, Wilker Ángel, Rolf Feltscher, Alexander González y Mikel Villanueva fueron probados, unos más que otros en estos amistosos, y ninguno parece dar una visión de claridad en su posición, al menos en estos momentos. Dejando de lado los kilómetros acumulados en la selección, Vizcarrondo y “Sema” parecen estar aún sumidos en un bajón sin fondo con la elástica Vinotinto y sus actuaciones siguen estando lejos del nivel que se espera de ellos.
Por otro lado, la juventud de Villanueva, González y Ángel siguen siendo luces intermitentes en sus puestos: un día pueden brillar y dos días pueden estar peor que nunca. Lo de Rolf Feltscher parece un caso aparte; un lateral derecho en su club que “intenta” hacer la misma labor en la selección en el costado izquierdo. Apenas su ímpetu en cancha es lo único rescatable de un jugador que había sido olvidado por Sanvicente y que, en estos últimos amistosos jugados, muchos se dieron cuenta del porqué.
Ataque sin confianza
Quizás las mejores cosas que le puedan suceder a Dudamel en esta Copa América vengan de los pies de sus volantes, tanto defensivos como ofensivos, y sus delanteros. No es una novedad, pero hay que destacar el desempeño del capitán Tomás Rincón. Su presencia, enlazada con Arquímedes Figuera, ha sido uno de esos descubrimientos que pueden forjar la base de la selección. Ambos son choque y recuperación en un solo nombre. De ellos en adelante es ganancia.
Aunque no lo parezca, Venezuela cuenta con una base de volantes en ataque que fácilmente podrían ser envidiadas en otras selecciones. Sin embargo, no lo son por la incomprensible actuación de sus fichas. Luis Manuel Seijas y Alejandro Guerra son dos nombres que en estos momentos pueden ser titulares en muchos clubes de Suramérica, pero sus actuaciones en la selección distan mucho del nivel que muestran con sus equipos.
Ellos, junto con Rómulo Otero, Juan Pablo Añor, Josef Martínez y Salomón Rondón podrían dar muchísimas alegrías si muestran en cada partido unas cuantas gotas de la calidad de sus botines en sus respectivos clubes. Cuando eso pasa, el daño al rival es inevitable. Una muestra de estas líneas es el gol enlazado entre todos ellos ante Costa Rica. Una jugada linda, de esas que solo se origen cuando se mezcla talento con más talento.
Si se repasa las líneas anteriores no se entendería muy bien como un equipo que, a priori, tiene tanto talento en plantilla, juega de forma tan rácana cada encuentro que disputa. Sin embargo, todo pasa por un tema de confianza y de creerse el proyecto, no solo de la cancha hacia fuera, sino dentro de ella.
Es por ello que el trabajo de Dudamel en estos próximos años será fundamental. La Vinotinto necesita una identidad, un juego, algo que sea palpable para el aficionado, que sigue sin comprender cómo tanto talento es desperdiciado en tantos pelotazos a nadie.
Si Venezuela quiere progresar, o al menos dar una buena impresión en esta copa que le sirva de estímulo para afrontar las eliminatorias de forma digna, es indispensable que estos jugadores se conecten y se lo crean. Sino, es probable que nos esperen más desilusiones desde este domingo
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