El dilema electoral brasileño
Pocos días después de realizarse las elecciones a la Asamblea Nacional y al Parlamento Latinoamericano en Venezuela, nuestros vecinos del Coloso del Sur estarán llamados a elegir a un nuevo Presidente en el mes de octubre.
Las encuestas reflejan en este momento un amplio margen a favor de la candidata de Lula, Dilma Roussef. Pero a pesar de la ventaja que hoy ostenta, acierta el ex presidente Fernando Henrique Cardoso en su artículo en O Globo del 5 de septiembre al afirmar:”Las elecciones se ganan el día de la votación”
José Serra, candidato del PSDB, fue un excelente ministro de FHC y actualmente es el exitoso gobernador del Estado de Sao Paulo. Tiene un perfil que asegura que sería un gran Presidente (de resultar electo) pero en estos momentos ofrece una presentación que lo muestra como un mal candidato.
¿Por que? Los planteamientos que hace en su presentación no siempre agradan porque asume riesgos como debe asumirlos un estadista. En sus intervenciones prepara a su país a los desafíos y dificultades que se prevén en Brasil y en el mundo en los próximos años, lo que le ha costado perder votos.
Por el contrario Dilma Rousseff, sucesora de Lula, adorna su presentación populista en la campaña, lo que la convierte en una gran candidata, pero sería una pésima Presidenta. Ofrece propuestas muy diferentes a su actuación ideológica del pasado siguiendo al pie de la letra las recomendaciones de sus asesores en base a las encuestas.
Lo cierto es que de salir electa, las repercusiones para Brasil tendrían efectos devastadores ya que profundizaría una tentación hegemónica al estilo del actual modelo bolivariano, al ofrecer en las elecciones un “cambio en democracia” y convertirlo en una “revolución en autocracia”.
Rousseff sigue una tendencia peligrosa que nosotros conocemos: identificar al Gobierno con Estado y Nación, y a éstos con partido, pueblo y su propia opinión, condenando a todos los que no compartan sus postulados a ser calificados de enemigos y apátridas.
La elección de Serra garantizaría en cambio, un nuevo rumbo en América Latina siguiendo las opciones de las últimas elecciones en Colombia, Chile, Honduras, Costa Rica, Panamá, El Salvador y Perú.
Como dijo Henry Kissinger hace mucho tiempo: «hacia donde se incline Brasil, se inclinará el resto de América Latina». Por ello el resultado de las elecciones del Brasil tendrá repercusiones fuera de sus propias fronteras.