Opinión Internacional

El Tratado de No Proliferación Nuclear

La proliferación o difusión de las armas nucleares se ha desarrollado de dos formas: vertical y horizontal. La proliferación vertical supone la expansión y desarrollo de los arsenales ya existentes y se regula por un acuerdo de control de armas entre los poseedores. La prevención de la proliferación horizontal es el objeto de la política de no proliferación nuclear, la cual presenta diversos elementos, como controles de la exportación nacional y multilateral, organismos de inspección y verificación, prohibición de pruebas nucleares y, más recientemente, el intento de vetar en adelante la producción de material que permita la fisión nuclear.

En 1964, Estados Unidos sugirió a la URRSS el inicio de negociaciones bilaterales sobre el control armamentístico. En esa época, Estados Unidos gozaba de una clara superioridad en armamento nuclear, pero los indicios señalaban que los soviéticos estaban desarrollando armas que podían equipararse con las estadounidenses. Esta situación, y el hecho de que la China comunista ya poseía armas nucleares, creaban dificultades adicionales a los estrategas estadounidenses. Estos dos factores, unidos al permanente interés estadounidense por el control del armamento, condujeron a la búsqueda de unos límites negociados para el crecimiento del arsenal soviético.

La clave para esta política es el Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT) firmado en 1968. En esencia, el NPT es un pacto por el que los Estados sin armas nucleares se comprometen a renunciar a la investigación relativa a este armamento y al desarrollo y adquisición de estas armas, a cambio del acceso a la tecnología nuclear para uso civil. Entre los países no signatarios, sin embargo, se encuentran Israel, India y Pakistán: tres países, casi con toda certeza, poseedores de armas nucleares y que han mantenido diversas guerras en la historia reciente.

El intento norcoreano de abandonar el NPT en 1993, para evitar abrir sus instalaciones nucleares a la inspección de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), provocó la amenaza de un ataque preventivo sobre estas instalaciones por bombarderos estadounidenses. El NPT, que en la actualidad es aceptado por unos 170 países, fue objeto en 1995 de una gran conferencia internacional para tratar sobre la expiración oficial del Tratado en mayo de ese año. Las grandes potencias poseedoras de armas nucleares y con presencia permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aseguraron la continuidad indefinida de la vigencia del NPT , entre otros acuerdos alcanzados, al permitir acciones de represalias consensuadas contra cualquier culpable de ataque nuclear o de amenazas contra un país firmante del NPT. Es el caso reciente de Corea del Norte.

Muchos estados critican el NPT por discriminatorio y exigen que las potencias nucleares hagan más esfuerzos para cumplir su parte del acuerdo, trabajando conscientemente para alcanzar el desarme nuclear y la prohibición completa de las pruebas nucleares. La política de no proliferación se enfrenta con otra serie de retos: existe una dificultad básica para distinguir entre el uso civil y militar de la tecnología nuclear y parece cada vez más difícil controlar el tráfico de componentes y materiales básicos. Además, en diversas partes del mundo aparece cada vez más erosionada la concepción de las armas nucleares como armas no aceptables en conflictos bélicos, y no parece que sea descartable la posibilidad de que una organización terrorista pueda con el paso del tiempo adquirir y utilizar armas nucleares.

El 10 de septiembre de 1996, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el Tratado Global de Prohibición de Pruebas Nucleares, ratificado por dos de las siete potencias nucleares: Francia y Reino Unido. Por su parte, Rusia (heredera del potencial nuclear soviético), China, Israel, India y Pakistán esperaban en 1999 la postura adoptada por los estadounidenses, pero el Senado de Estados Unidos rechazó el 14 de octubre de ese año ratificar dicho acuerdo, que había sido firmado en el momento de su aprobación inicial por el presidente Bill Clinton.

Los tratados sobre la limitación del uso nuclear, conducen al control de la exportación nacional y multilateral, organismos de inspección y verificación, prohibición de pruebas nucleares y el veto a la producción de material que permita la fisión nuclear. El Tratado de No proliferación Nuclear (NPT) es la renuncia a la investigación, al desarrollo y a la adquisición de estas armas, a cambio del acceso a la tecnología nuclear para uso civil, con represalias contra cualquier ataque o amenaza nuclear.

Los tratados sobre la limitación del uso nuclear, conducen al control de la exportación nacional y multilateral, organismos de inspección y verificación, prohibición de pruebas nucleares y el veto a la producción de material que permita la fisión nuclear. El Tratado de No proliferación Nuclear (NPT) es la renuncia a la investigación, al desarrollo y a la adquisición de estas armas, a cambio del acceso a la tecnología nuclear para uso civil, con represalias contra cualquier ataque o amenaza nuclear. La gran dificultad es distinguir entre uso civil y militar de la tecnología y el control del tráfico de componentes y materiales básicos. No obstante, en diversas partes del mundo se ha erosionado el concepto de armas nucleares no aceptables en conflictos bélicos. Está abierta la posibilidad que “como defensa” una organización terrorista o un Estado forajido puedan producirlas, adquirirlas y utilizarlas. Este es el temor existente y por el cual se restringe la posibilidad de implementar programas nucleares sin el control del organismo creado para tal fin.


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