Opinión Internacional

La calle enfurecida

Desde el asesinato de Ferreyra, hecho al que se imputa la muerte del propio Kirchner, la calle ha recuperado un protagonismo que no se veía, en estas pampas, desde el 2001.

Obviamente, hay una sumatoria de causas que expliquen el enojo popular –la inflación, la inseguridad, el calor, la falta de electricidad, el injusto privilegio a los okupas, etc.- pero todo ello no hace más que reflejar el descontento generalizado con una clase política que, en medio del fragor de sus batallitas personales, se ha olvidado de la gente. A los pocos días de morir don Néstor, en una nota que titulé “Muchos muertos en uno” (http://tinyurl.com/258rm29), dije que, de todos los roles que desempeñaba Kirchner, el más difícil de suplir sería el de articulador entre todas las alas del FpV.

Además, presagiaba que esa lucha interna, que el finado había logrado ensordecer durante más de siete años, podría colocar a su viuda ante la peor de las encrucijadas. Los graves episodios de ayer, generados a partir de un corte de vías de idénticas características a las del que, en octubre, costaron la vida de Ferreyra, constituyen un serio llamado de atención a doña Cristina para que, de una vez por todas, opte por uno de los caminos que tiene por delante y termine con la enorme serie de actos contradictorios que ha realizado desde que, finalmente, se vio obligada a ocupar el cargo para el cual fue elegida en el ya lejano 2007.

La peor izquierda le está pidiendo la cabeza de Pedraza, como entrada, para el festín que pretende hacerse con los jerarcas de la CGT como plato fuerte pero, también, le está poniendo condiciones a su gobierno para que, más allá de la retórica, explique qué significa el acercamiento al Fondo Monetario Internacional, el pretendido pago al Club de Paris, el desalojo del Parque Indoamericano, la posición tan pro-norteamericana que delataron los cables de WikyLeaks, y tantas otras medidas que van a contrapelo de cuanto dijo don Néstor mientras vivió. Porque, debemos reconocerlo, doña Cristina, mientras endiosa a su cónyuge y trata de convertirlo en el estadista que nunca fue, borra con el codo algunas de las peores hazañas de don Néstor. A la vez, sin embargo, y la “discusión” del fallido Presupuesto 2011 fue una buena muestra de ello, hace suyas la mayoría de las siniestras políticas que, después de siete años y medio de crecimiento “a tasas chinas” –por cierto, muy similares a las del resto de Latinoamérica- han degradado tanto a nuestra República y mantienen en la pobreza y la indigencia a un cuarenta por ciento de los argentinos. Porque de esto fue que se habló ayer en Plaza Constitución y en las ocupaciones de espacios públicos. Del clamor generalizado contra el “modelo de inclusión y desarrollo” que, mientras beneficia a los amigos del poder, ha permitido que volviera a caerse del mapa una enorme parte de la población, en una práctica de marginación pensada para nutrir al clientelismo de la política más inmunda. En otro ámbito, no tan públicamente violento, también se está generando la tormenta de grandes proporciones que todos los meteorólogos políticos prevén. Los reclamos de don Hugo y de su hijito Facundito por distintos plus salariales no son más que los primeros escarceos de quienes no se dejarán meter presos fácilmente. Si eso desata la espiralización de la inflación es otro tema que, desde ya, no les preocupa en lo más mínimo. Moyano no pudo, en verdad, ser más claro cuando anunció, micrófono público en mano, que su gente resistiría, en la calle, cualquier cambio de signo político que impusieran las urnas. Y lo hizo porque sabe que, si el próximo no fuera un gobierno peronista, la cárcel será un destino cada vez más cercano. Pero, también, para exigirle a la Presidente que interceda ante los jueces que le respiran en la nuca, algo que nadie parece dispuesto a hacer para no seguir engordando al monstruo creado por don Néstor. Es altamente probable que los hechos de los últimos días terminen de convencer a doña Cristina de rechazar la candidatura presidencial que todos los que la rodean quieren endilgarle. Si eso ocurre, sin duda será el inefable don Scioli quien asumirá el rol de mariscal para evitar que el peronismo deje el poder; además, y como me explicó recientemente un amigo, Danielito es el único que puede garantizar la impunidad a todas las bandas que hoy actúan. Podría, entonces, transformarse en el “puente de plata” que le permitiera a la Presidente gozar de su fortuna personal en compañía de sus hijos. Pero, de concretarse, esa impunidad se convertiría en otro gigantesco escollo para que Argentina pueda volver a ser una República, con instituciones respetadas y revalorizadas, transformándose en un país verdaderamente libre, justo y soberano. Otra vez, el verano parece que no será ese paraíso de antaño, cuando todos los problemas públicos se olvidaban desde diciembre hasta marzo. Hoy, las necesidades insatisfechas de una gran parte de los argentinos no pueden tomarse descanso, y los oportunistas de toda laya están listos para encender el fuego. Hoy será Nochebuena. Rezo para que el Cristo que nacerá permita que los argentinos podamos corregir este rumbo que sólo nos puede llevar a una decadencia mayor, y que nos hará chocar, indefectiblemente, con el futuro.

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