Venezolanos están en vías de desnutrición por crisis alimentaria
Un ancianato que cambió un ataúd donado por tres kilos de alas de pollo para alimentar a los viejitos; niños que han dejado de ir a la escuela porque no tienen que comer o madres que dan sedantes antes de dormir para que sus hijos no pidan comida de noche, así como familias que comen vísceras, despojos o pellejos molidos, son algunas de las historias que se viven por a falta de comida en Venezuela. Ahora casos de desnutrición graves como los que se ven en Haiti, Guatemala o Angola y los saqueos de comida figuran entre los dramas que ha conocido la Fundación Bengoa.
Susana Raffalli, nutricionista colaboradora de Fundación Bengoa, experta en emergencias humanitarias internacionalmente desde hace más de 16 años y quien se formó en la Cruz Roja en España, afirma que estamos en una crisis alimentaria severa que ha afectado a los sectores más vulnerables, «ahora tenemos rasgos de emergencia nutricional».
Destaca que la mala nutrición se está evidenciando, principalmente, en los niños menores de cinco años, así como en las mujeres embarazadas y en su período perinatal. También se ven afectados quienes reciben apoyo de las instituciones con servicio de atención, como es el caso de los pacientes en los hospitales o las personas que son atendidas en organizaciones de beneficencia social y que comen o reciben alimentos en las instalaciones de Caritas, Fe y Alegría y auspicios, por citar a algunos sitios.
La experta indica que están recibiendo señales alarmantes y que los representantes de las organizaciones no sólo piden a la Fundación Bengoa apoyo técnico y educativo en nutrición, ahora también solicitan ayuda desesperadas para conseguir alimentos.
«Estamos tratando de sistematizar la información que nos está llegando de las escuelas, centros de nutrición y rehabilitación y hospitales. Podemos adelantar que aumentó 25% el porcentaje de niños que están comenzando a mostrar un deterioro grave en su estado nutricional», indicó.
Población vulnerable está sin atención
Aunque Raffalli no niega que los programas alimentarios están en la agenda social como una prioridad, los mismos tienen muchos vicios y no están atendiendo prioritariamente a la población más vulnerable. «Lo están manejando de manera ineficiente y con un enfoque populista y político».
El mensaje de Fundación Bengoa es que hay que sacar el tema nutricional de la agenda política pues no se puede seguir usando lo alimentario y nutricional como parte del discurso y desencuentro político que hay en el país. «Pienso que todos los actores tienen que ponerse de acuerdo y dejar las diferencias atrás», sentencia.
Aduce que los programas alimentarios se están manejando sin hacer los estudios pertinentes. «Llegan a una zona geográfica, en la que se presume vive población con dificultades económicas y pobreza, reparten alimentos a todo el mundo hasta que se acabe o a quien decide un consejo comunal por preferencia política».
La bolsa «patriota» es inadecuada
Raffalli advierte que la ración de alimentos que entrega el Gobierno también es inadecuada y deficiente, porque está conformada por calorías vacías. Es decir, compuesta en un 85% por almidones, azúcar y grasa. Sólo en ciertas ocasiones, se les incluyen caraotas y leche.
En las primeras, se incluyo un pollo para una familia. Según reportes que han llegado a la fundación, las últimas bolsas, ya ni siquiera incluyen estos rubros.
Recuerda que la bolsa que está vendiendo la Gobernación del Zulia a los maestros de las escuelas llegó sin leche y sin huevo a pesar del anuncio. Sólo tenía azúcar, harina y aceite. «Eso es muy inadecuado, porque no cubren las necesidades nutricionales que se requieren».
Por otro lado, advierte que Venezuela figura entre los países de Latinoamérica con los mayores márgenes de obesidad. «Esto refleja una situación de malnutrición importante. Detrás de cada uno de los obesos, hay una situación de hambre oculta expresada como anemia».
Menos cantidad y número de comidas
Según la Encuesta de Condiciones de Vida cerca del 20% ha reducido el número de comidas. Pero en los estratos más pobres, la reducción de cantidad y número de comidas alcanza un 40%. «El 87% menciona que no le alcanza la plata para comprar los alimentos que necesita».
La experta señala que el 75% de la energía que está consumiendo la familia venezolana proviene de carbohidratos y almidones. No consume aquellos alimentos que le aportan un valor nutricional a las calorías. Afirma que por ello la calidad nutricional cayó «estrepitosamente» en los últimos 3 o 4 años.
Secuelas de la desnutrición
Hay estudios que demuestran que los niños desnutridos de hoy son los que padecerán enfermedad crónicas en la adultez.
El daño nutricional en los primeros mil días de vida es irreparable. No habrá una » justicia restaurativa posible» para que el Estado venezolano pueda resarcir el daño nutricional que se le ha hecho a un niño, que actualmente tiene una alimentación de mala calidad», sentencia Raffalli.
Teme que en el país ocurra lo mismo que en Cuba durante los años 90, que la gente comenzó a quedarse ciega, a causa del beriberi, causada por dietas insuficientes y deficiencia de vitamina B1, entre otros «No estamos lejos de que empecemos a tener esos problemas nutricionales si esto no se contiene ya».
El daño que se está haciendo, afirma, tiende a heredarse de una generación a otra. «La niña que dejó de comer ahora tendrá una capacidad gestacional muy deteriorada».
Ante una emergencia humanitaria
La especialista en emergencia humanitaria explicó que los sistemas de clasificación en el mundo, en materia alimentaria, van desde inseguridad alimentaria mínima hasta catástrofe o hambruna. «Venezuela tiene un poquito de todas las fases. La mayoría de indicadores que describen la situación nos ubican en los dos estados intermedios, que es una crisis severa de inseguridad alimentaria. Esta en los sectores más pobres se expresa como una emergencia nutricional, que puede ser incontenible si no se toman medidas ya. Del 1 al 4 estamos en un nivel de gravedad 3».
Sin embargo, advierte que los hechos de violencia alimentaria como los saqueos, maltratos en las colas y hechos hasta de muerte, que se han suscitado para obtener comida puede llevarnos a una catástrofe alimentaria.
Se refirió además al impacto social y cultural, que sin duda hizo que el venezolano cambiara los hábitos alimenticios. «Y ahora quieren imponernos arepas de yuca por las de maíz, entre otros. Además, hubo cambios en la imagen de algunos alimentos y nos han impuesto empaques de café con la cara de Chávez o con un corazón con el eslogan de `hecho en socialismo’, por nombrar algunos».